Trouble in the Trans-Atlantic Romance

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Uno de los fenómenos de esta elección al que menos atención se le ha prestado es el probable alejamiento de Estados Unidos que resultará del creciente divorcio transatlántico. Algunos datos parecen muy evidentes: el primero es que no ha habido en la historia de Gran Bretaña un jefe de uno de los partidos principales que sea tan anti norteamericano como lo es Nick Clegg, la estrella de estos comicios. Pero no es menos cierto que nunca un líder del Partido Conservador dio tantas muestras de distanciamiento respecto de Washington como el actual candidato tory. Sólo podría comparársele con un primer ministro laborista, Harold Wilson, que tensó la relación bilateral como nadie antes que él en el siglo XX.

La pregunta, sin duda, es cuánto del escepticismo bilateral de Cameron es pura fachada y se disipará si llega al 10 de Downing Street. Y es probable que bastante. Pero el problema reside en que las razones para ese escepticismo no van a cambiar en los próximos meses. Lo que Cameron pide -evocando a Clegg- es una relación que no sea de sumisión. Y eso es lo que parece que Obama no ha querido conceder. Porque el problema bilateral es Barack Obama, y eso no lo arreglan las urnas hoy. Obama es el presidente menos atlantista que ha tenido Estados Unidos desde James Monroe en 1820. Para Obama el eje de la política no es el Atlántico sino el Pacífico. Y el Reino Unido no puede encajar en él.

Hay un protagonista más de esta jornada que es el mejor testigo de la indiferencia de Obama hacia el Reino Unido y que es el más atlantista de todos: Gordon Brown. Obama ha «esnobeado» a Brown, le ha negado encuentros bilaterales, ha tenido gestos protocolarios de desprecio hacia él. Y eso que este presidente era el que se iba a llevar mejor con Europa, que el Reino Unido es el mejor aliado de los norteamericanos y Brown y Obama son ideológicamente afines.

Es difícil predecir qué resultado darán las urnas hoy, pero cuando el nuevo Gobierno logre afrontar las más urgentes medidas anti crisis, deberá después pensar qué hace con Washington.

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