Obama in Charge of Euro Bailout

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Podadores en plena faena

Ya sabemos quien manda aquí: Obama. No es una mala noticia, al contrario. El presidente, que sigue de cerca la película de terror, se ha interesado no tanto por la intervención financiera para evitar la quiebra de alguno de los socios del euro como por el tamaño de la intervención. Ese célebre mecanismo financiero para salvar la moneda europea, inventado justo hace una semana, es un arma de disuasión masiva, un enorme cañón que los socios europeos deben exhibir para demostrar su voluntad de actuar con contundencia sin límites ante cualquier intento de conducir a uno de ellos al abismo, como le ha ocurrido a Grecia y podría repetirse con otros, empezando por la presa golosa que es España. Pues bien, el papel de Obama ha sido el de persuadir a los amigos europeos, empezando por Sarkozy y Merkel, para que actuaran con rapidez y a lo grande, algo que no estaba ni en las intenciones ni en el guión de unos líderes perezosos, apáticos y divididos.

Obama manda porque no hay quien mande en Europa. Y ya es un buen consuelo saber que quien manda es Obama, pues sólo faltaría que fuera el secretario general del Partido Comunista chino. Si los dirigentes europeos no se espabilan será quizás lo que sucederá en la próxima crisis. Ahora mismo el paisaje europeo es un desierto desolado de liderazgo político: no la hay en los gobiernos, pero tampoco en las instituciones europeas, ni en los nuevos altos cargos que hubieran podido jugar algún papel a la hora de liderar esa unión monetaria que en ocasiones se comporta como el ejército de Pancho Villa. Gracias habrá que dar al Fondo Monetario Internacional, descartado inicialmente con indignación y luego pieza clave en la construcción de este mecanismo financiero destinado a convertirse en un Fondo Monetario Europeo.

Para salvarnos del naufragio muchas cosas se han improvisado en un fin de semana, además del salvavidas financiero: el Banco Central Europeo ha visto súbitamente incrementados sus poderes para comprar bonos de todos los colores a los países socios; y los socios han sacado la gran tijera de esquilar. Ya que los líderes no sirven para dirigir Europa servirán al menos para quemarse en esta poda colosal, organizada para no ahogarnos en la deuda. Gracias habrá que dar a Obama, preocupado de que unos aporten los fondos y de que otros recorten todo lo que hay que recortar. Pero si se quiere preservar el euro y que la moneda única no sirva para encoger, habrá que hacer además nuevos pasos, directamente políticos, que nos devuelvan al crecimiento y a la creación de puestos de trabajo. Y esto no lo va a hacer Obama sino que tendrán que hacerlo los líderes europeos, y si no lo hacen éstos, que lo hagan otros mejores que pongamos en su lugar.

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