Lopez Obrador and Pena Nieto vs. Trump?

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¿AMLO-EPN vs. Trump?

El embajador de China en México reunido con Andrés Manuel López Obrador. Parecería uno más de los encuentros que el virtual presidente electo ha tenido en el último mes. Sin embargo, los alcances de esta reunión van más allá a la planeación del futuro comercial de dos naciones. Mientras aquí la próxima administración trazaba las primeras líneas de su relación comercial con el país asiático, en Washington se encontraba la comitiva mexicana con la estadunidense acelerando la renegociación del TLCAN. Y podría ser optimista el panorama: México concretando negocios en el mundo, pero resulta peligroso que lo haga el mismo día y con dos naciones enfrentadas entre sí.

Donald Trump ha dedicado su mandato a levantar frentes por doquier. Temas de migración, militares, armas nucleares, cambio climático y, claro, de índole comercial. Amenazas a empresas locales que anuncien inversión en otros países. Aranceles por aquí y por allá bajo el argumento de lo injustos que han sido los tratados firmados por gobiernos anteriores. Y con China, un país con acelerado crecimiento económico, Estados Unidos ha encontrado un blanco perfecto para dirigir la presión comercial. Apenas ayer, Trump pidió aumentar de 10 a 25% el gravamen a importaciones de productos chinos. Esto representa unos 200 mil millones de dólares. No es un decreto, pero sí una suerte de amenaza para aquel país. Sobre todo cuando ese 10% ya en vigor se anunció hace menos de un mes. No sólo es por “hacer justicia” al déficit comercial que China tiene con EU, como alega el Presidente estadunidense, sino porque desde hace varios años nuestro vecino del norte ha tenido los ojos puestos en el país asiático. Ese rápido crecimiento no ha sido tan bien visto.

No olvidemos, por ejemplo, que previo a la caída del proyecto del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, los escándalos de corrupción que derivaron en la cancelación de esta millonaria licitación tuvieron su primer escaparate en medios de Estados Unidos. Barack Obama aún era presidente. La industria ferroviaria estadunidense reaccionó así a una inversión de 58 mil millones de dólares que tendría en sus manos una industria ferroviaria extranjera, manos que no serían las suyas. Desde entonces, China y México bajaron la velocidad al motor que parecía ir al máximo en materia comercial. Pero la administración de Andrés Manuel López Obrador ha comenzado un acercamiento con China, que no resulta una mala idea, pero esto inicia mientras la renegociación del TLCAN sigue en marcha.

Nos han dicho que a finales de agosto podríamos tener un TLCAN trilateral. Ayer Ildefonso Guajardo aseguró que, peso a lo declarado por Trump, el carácter trilateral del tratado se mantiene. Lo veremos al final de plazo.

Sin embargo, lo que es necesario subrayar es que AMLO dio ayer una señal que, para el momento en que se escriben estas líneas, no ha encontrado acuse de recibo. Quizá sea la pinza entre el gobierno entrante y el saliente, el de Andrés Manuel y Peña Nieto, el de Videgaray y de Seade, la que logre, por fin, hacerle manita de puerco a Donald Trump. No lo sabemos: esperemos que ésa sea, al menos, la estrategia. Y no es que esperemos un tuit incendiario, pero sí que en las negociaciones que haya en Washington se tenga claro que para México es importante mantener un tratado con su principal socio comercial, pero también que le es necesario construir puentes que apunten a otras direcciones. Sin condiciones. Estados Unidos tiene derecho a hacer negocios como mejor le plazca, México tiene derecho a hacer lo mismo. Es un juego peligroso el que parecen ejecutar el Presidente en funciones y el electo; sí, pero también necesario: así como Estados Unidos busca reducir su déficit comercial con algunos países (como el nuestro y, claro, China), México puede y debe hacerlo también. Y aprovechar la prisa del gobierno de EU para sacar el tratado antes de sus elecciones intermedias. Las relaciones con ambos países no pueden estar condicionadas por nadie. Son negocios. Y eso Donald Trump lo sabe mejor que nadie. Pero lo que no sabe es hacer política, y eso, a los mexicanos a veces (incluso si sólo a veces) les sale muy bien. Ojalá sea el caso.

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