Clarin,
Argentina
For Bush, Victory Over Zarqawi Comes Too Late
By Oscar Raul Cardoso
Translated By Halszka Czarnocka
June 13, 2006
The
Clarin - Argentina - Original Article (Spanish)
Maybe
George W. Bush should accept the fact that the apparent triumph he gleaned
by the recent death of guerrilla commander Abu Mussab Al Zarqawi arrived
too far behind schedule to make any significant improvement in Iraq. Nor will
it substantially improve perceptions of America's entanglement in the Persian
Gulf. It is interesting to see that less than a week after the disappearance
from the scene of the man who, according to the official Washington version, was
the greatest terrorist threat after Osama bin Laden, has neither delivered the
promised benefits, nor has it validated Bush's plans to "stay the course"
in an increasingly unpopular war.
Reputed Successor:
Abu Ayyub al-Masri,
alias Sheikh Abu Hamza
al-Muhajir
[Abu Ayyub al-Masri]
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Bush
convened his war cabinet at Camp David yesterday [June 12] in the first of two
days of meetings. As the events began, his spokespeople were confronted with three
classes of questions. The first has to do with the insistence from some quarters
for the government to set a tentative date of a withdrawal of the over 150,000 occupying
forces from Iraq, a collective desire that which Bush doesn't even want to approach.
Another are
of questioning revolves around renewed international demands for Washington to close
the virtual concentration camp maintained by Washington in its base at
Guantanamo Bay, where more than 400 prisoners languish without defense counsel -
some incarcerated for over four years - for what at the moment looks more like caprice
than accusations subject to any legal sanction. The only official response: the
promise of an investigation into the three presumed suicides that occurred on
that strip of the Cuban archipelago.
Lastly,
there are questions about the cause of Zarqawi's death. This is an especially
good example of how a political triumph can quickly turn sour. The Jordanian who
fought in Iraq was easily one of the most detestable of the figures that have resisted
to the occupation - and nevertheless, since the war is today filtered for
public opinion through a dark prism, the idea that Zarqawi could have been executed
in cold blood has removed almost any glory from the development.
Not even
the work of three forensic pathologists brought to Baghdad specifically for the
autopsy seemed to convince the public that Al-Zarqawi died in consequence of
two bombs dropped on the house where he was staying by an F-16 aircraft. The
idea that the guerrilla-warrior's face and the rest of his body survived the
attack in their entirety when everything around him was blown to smithereens,
as has been shown, will continue generate questions.
It is
instructive to note how this disbelief in Bush's narrative goes beyond Iraq.
The confrontation between Hamas and Fatah – the traditional political-military organization
of the Palestinians now partially removed from power - smells of an incipient
civil war. This dispute all stems from a document that proposed an implicit
recognition of the State of Israel. And we haven't yet considered the nascent
hostility of Wall Street toward the economy that Bush has crafted. According to
Ken Miller, a banker, even if they did once, "the markets no longer love
this war."
VIDEO FROM IRAQ: INTERVIEW WITH TERRORIST MUSAB AL-ZARQAWI
Internet Broadcast, Iraq: Video by Al-Qaeda Commander in Iraq Abu Mus'ab Al-Zarqawi. The video culminates in footage of Al-Zarqawi with masked fighters, firing an automatic weapon, and the firing of what the leader of the fighters claims are new missiles developed by "the brothers," April 25, 00:017:36, MEMRI
"You [Bush] should know, oh arrogant liar, that we confront your dreams with our blood and our body parts, and what is still to come is even more terrible and bitter, Allah willing."
Mus'ab Al-Zarqawi, al-Qaeda Terrorist
Spanish Version Below
En Foco: La Muerte Del Jefe De Al Qaeda En Irak
Bush y una "victoria" tardía
Oscar Raúl Cardoso
ocardoso@clarin.com
Quizás George W. Bush deba aceptar que el triunfo aparente que le trajo la muerte reciente del comandante guerrillero Abu Mussab
Al Zarqawi llegó demasiado tarde para que las cosas en Irak cambien de un modo significativo para mejor. O al menos para que la percepción del compromiso estadounidense en el Golfo Pérsico mejore sustancialmente. Es interesante comprobar que, bastante menos de una semana después, la desaparición de la escena de quien era - según la versión oficial de Washington -
la mayor amenaza terrorista después de Osama bin Laden ni entrega los bienes prometidos ni ofrece margen a Bush, al menos hasta aquí, para revalidar su política de "mantener el curso" una guerra crecientemente impopular.
Bush reunió ayer en Camp David - en la primera de dos jornadas consecutivas - a su gabinete de guerra y al cabo del encuentro sus voceros se enfrentaron con solo tres clases de preguntas. La primera tuvo que ver con la insistencia de arrancarle al gobierno una fecha tentativa para el retiro de las más de 150 mil tropas que ocupan Irak, un lugar del deseo colectivo al que Bush ni quiere aproximarse.
Otro interrogante estuvo referido a las renovadas demandas internacionales para que se cierre el virtual campo de concentración que Washington mantiene en la base de Guantánamo,
en el cual más de 400 prisioneros - algunos de ellos ya llevan más de cuatro años como internos - languidecen sin defensa alguna, imputados por lo que a esta altura parece más capricho que acusación sujeta a derecho. Unica respuesta oficial: la promesa de una investigación de los tres presuntos suicidios ocurridos en esa franja del archipiélago cubano.
Por último estuvieron las preguntas sobre las causas de la muerte de Al Zarqawi. Este es un ejemplo muy especial de cómo lo que aparece como un triunfo político neto puede agrietarse rápidamente. El jordano que combatía en Irak era
una de las figuras más fácil de detestar entre las que resisten la ocupación y, sin embargo, porque la guerra se filtra hoy a través de un prisma oscuro en la opinión pública, la idea de que Al Zarqawi pudo haber sido ejecutado a sangre fría le ha quitado casi todo brillo al desarrollo.
Ni la
labor de tres patólogos forenses llevados especialmente a Bagdad para la autopsia pareció convencer que Al Zarqawi falleció como consecuencia de las dos bombas que un F-16 dejó caer sobre la casa que lo alojaba. La idea de que el rostro y el resto del cuerpo del guerrillero sobrevivieran del modo entero en que se lo mostró - cuando todo a su alrededor había sido reducido a añicos - seguirá por un tiempo generando preguntas.
Es útil notar cómo este descreimiento en el relato de Bush está sospechado no solo en Irak. Los enfrentamientos entre Hamas y de
Al Fatah - la tradicional organización político-militar palestina ahora parcialmente desalojada del poder - huelen a una incipiente guerra civil y todo a partir de un documento que propuso un reconocimiento implícito del Estado de Israel. Y hasta aquí ni siquiera se consideró la incipiente hostilidad de Wall Street a la economía de Bush. Si alguna vez lo hicieron - asegura el banquero Ken Miller - "los mercados ya no aman esta guerra".