El Tiempo, Colombia
For Colombia, Being a U.S. Ally Just Got Harder

We must establish how Colombia will interact with a group of countries that have commercially and politically associated themselves with one of Washington's most fearsome enemies [Iran].

By Pedro Medellín Torres  

Translated By Harry Kenneth Echevarria

January 16, 2007
Colombia - El Tiempo - Original Article (Spanish)



Venezuelan President Hugo Chavez, left, welcomes Iran's
President Ahmadinejad to the Presidential Palace in
Caracas, Jan. 13.


—BBC NEWS VIDEO: Iranians criticize Ahmadindjad
for 'wooing socialists' and obsessing about
Iran's nuclear program, Dec. 16, 00:01:40
RealVideo

RealVideo[LATEST NEWS PHOTOS: Ahmadinejad's Latin Tour].

Iranian President Mahmoud Ahmadinejad and Nicaraguan
President Daniel Ortega during a visit to a 'working class
neighborhood in Managua, Jan. 15.



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They must be very worried in Washington. President Hugo Chavez' announcement that he plans to "nationalize Venezuela's oil and electrical sectors" was followed by the visit of Iranian President Mahmoud Ahmadinidjad to Caracas, in search of "allies against the United States," according to the Agence France Presse.

During the visit, not only did the Presidents decide to launch a joint company for petroleum exploration and development under the name of IranVenzOil, but in order to protect crude oil prices, they agreed to cut production by 500,000 barrels per day beginning in February (a decision that the government of Algeria has already agreed to adhere to).

Furthermore, they agreed to create a $2 billion fund to finance infrastructure projects in Third World countries as a way of creating an "alliance of civilizations" and to enable them to "resist the domination of the United States."

The subsequent visits of the Iranian President to Nicaragua, Bolivia and Ecuador was to help erase the colorful image of the Caracas-Managua-Quito-La Paz axis that several media outlets have sought to portray, and to change that portrait to one in which governments (supported by the great mass of their once excluded populations and with some considerable weight on the global energy market) are establishing political and  commercial relations with countries that are either declared foes of the U.S. or wish to be outside the influence of Washington.

In just the last five years, China, in addition to becoming an important buyer of Latin American raw materials and agricultural products, has also become a crucial ally of President Hugo Chavez. China has not only undertaken an aggressive $10 billion investment plan in Venezuelan infrastructure, but is has offered strategic support for managing the political crises that Chavez has confronted with the United States.

In return, the Chinese, who consume close to 10 percent of the world's oil, have assured themselves a supply of Venezuelan crude.

Against this backdrop, the handling of Colombia's relations with neighboring countries and Washington will require far more than the staged pragmatism of the Colombian government, or the "capability, intelligence and additional independence" that El Tiempo called for in an editorial last week.

Under today's new circumstance, we must establish how Colombia (the most determined ally of the United States in the region) will interact with a group of countries that have commercially and politically associated themselves with one of Washington's most fearsome enemies.



A Nicaraguan girl is treated to a kiss by Iranian
President Ahmadinejad, in Managua, Jan. 14.

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Even though in the short term this new situation could speed approval of the U.S.-Colombia Free Trade Agreement and include additional preferences, we mustn't lose sight of the fact that any North American help to Colombia (particularly in regard to military cooperation) will be difficult to manage.

The North Americans are unlikely to believe that the presence of Iranian managers and technicians in the region are solely for the purposes of economic and commercial relations, just as the Iranians and Chinese are unlikely to believe that U.S. economic and military aid to Colombia is simply to combat drugs and armed groups.

But above all, Colombia should prepare itself for greater pressure from the United States, especially since we know that the pipeline we have agreed to build with Venezuela is as vital for the transport of Venezuelan crude to China as it is for the investment that it will generate in this country. If Washington hasn't had much trouble pressing the Colombian government before, it will now, with China and Iran so close to Miami and so far from Bush.

Spanish Version Below

A otro precio

Colombia puede quedar atrapada en medio de un conflicto ajeno.

Muy preocupados deben estar en Washington. A los anuncios del presidente Hugo Chávez, de "nacionalizar todo el sector energético y eléctrico venezolano", ha seguido la visita a Caracas del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, en "busca de aliados contra Estados Unidos", según la AFP.

En la visita, no sólo acordaron poner en marcha la empresa conjunta de explotación y desarrollo petrolero, bajo el nombre de "IranVenzOil", sino que, para proteger los precios del crudo, decidieron reducir la producción en 500 mil barriles diarios a partir de febrero (decisión a la que ya adhirió el gobierno de Argelia en un monto similar).

También anunciaron la creación de un fondo, con un primer aporte de dos mil millones de dólares, para financiar proyectos en terceros países, que, a la manera de una "alianza de civilizaciones", permita "contrarrestar la dominación de los Estados Unidos".

Las posteriores visitas del presidente iraní a Nicaragua, Bolivia y Ecuador le quitan el carácter pintoresco que en muchos medios se le ha querido dar al eje Caracas-Managua-Quito-La Paz, para proyectarlo como un eje cuyos gobiernos (apoyados por amplias masas de población excluida y con algún peso en el mercado mundial de energéticos) están estableciendo relaciones políticas y comerciales con países que son enemigos declarados o están por fuera del control de Washington.

En solo cinco años, China, además de un importante comprador de materias primas y productos agrícolas en América Latina, se ha convertido en un aliado crucial para el presidente Chávez. China no sólo ha emprendido una agresiva inversión por más de 10 mil millones de dólares en infraestructura y desarrollo social en Venezuela, sino que también ha servido de soporte estratégico en el manejo de las crisis políticas que Chávez ha enfrentado en su relación con los Estados Unidos.

A cambio, los chinos aseguran la provisión de petróleo venezolano para un consumo que concentra cerca del 10 por ciento del crudo que se consume a nivel mundial.

En este contexto, el manejo de sus relaciones de Colombia con Washington y sus vecinos va a requerir mucho más que el pragmatismo que anuncia el Gobierno, o la "habilidad, inteligencia y alguna independencia" que reclamaba el editorialista de EL TIEMPO el domingo pasado.

Con Irán (y China) en el vecindario, Colombia necesita redefinir por completo su política exterior. O, por lo menos, debe comenzar a considerar posibles escenarios en los que debe intervenir. Debe entender que sus vecinos no son los mismos con los que mantenía diferendos limítrofes, o con los que mantiene problemas fronterizos por la lucha contra el narcotráfico o la acción guerrillera.

En las nuevas condiciones, tiene que establecer cómo es que Colombia (el más decidido socio de los Estados Unidos en la región) va a interactuar con un grupo de países que tienen como socio político y comercial a uno de los más temibles enemigos de Washington.

Aun cuando a corto plazo, el nuevo escenario podría apurar la aprobación del TLC para Colombia y algunas preferencias adicionales, no hay que perder de vista que cualquier ayuda norteamericana a Colombia (particularmente en materia de cooperación militar) va a ser difícil de manejar.

Ni los norteamericanos van a creer que la presencia de empresarios y técnicos iraníes en la región solo sea para las relaciones económicas y comerciales, ni los iraníes y chinos van a creer que la ayuda económica y militar a Colombia sea solo para combatir el flagelo de la droga y los grupos armados.

Pero, sobre todo, Colombia debe estar preparada para manejar una mayor presión norteamericana, máxime cuando sabe que el poliducto que han acordado construir con Venezuela es tan crucial para la salida del crudo venezolano a China, como para el país va a ser la inversión generada. Si Washington no ha tenido problemas en apretar al gobierno colombiano cuando lo ha necesitado, mucho más lo va a hacer ahora que China e Irán están tan cerca de Miami y tan lejos de Bush.