El Tiempo,
Colombia
For Colombia, Being a U.S. Ally Just Got Harder
“We must establish how Colombia will interact with a group of countries that have commercially and politically associated themselves with one of Washington's most fearsome enemies [Iran].”
By Pedro Medellín Torres
Translated By Harry Kenneth Echevarria
January 16, 2007
Colombia - El Tiempo - Original Article (Spanish)
They must
be very worried in Washington. President Hugo Chavez' announcement that he
plans to "nationalize Venezuela's oil and electrical sectors" was followed
by the visit of Iranian President Mahmoud Ahmadinidjad to Caracas, in search of
"allies against the United States," according to the Agence France Presse.
During
the visit, not only did the Presidents decide to launch a joint company for petroleum
exploration and development under the name of IranVenzOil, but in order to
protect crude oil prices, they agreed to cut production by 500,000 barrels per
day beginning in February (a decision that the government of Algeria has
already agreed to adhere to).
Furthermore,
they agreed to create a $2 billion fund to finance infrastructure projects in
Third World countries as a way of creating an "alliance of civilizations"
and to enable them to "resist the domination of the United States."
The subsequent
visits of the Iranian President to Nicaragua, Bolivia and Ecuador was to help
erase the colorful image of the Caracas-Managua-Quito-La Paz axis that several
media outlets have sought to portray, and to change that portrait to one in
which governments (supported by the great mass of their once excluded populations
and with some considerable weight on the global energy market) are establishing
political and commercial relations with countries
that are either declared foes of the U.S. or wish to be outside the influence
of Washington.
In just
the last five years, China, in addition to becoming an important buyer of Latin
American raw materials and agricultural products, has also become a crucial ally
of President Hugo Chavez. China has not only undertaken an aggressive $10
billion investment plan in Venezuelan infrastructure, but is has offered
strategic support for managing the political crises that Chavez has confronted
with the United States.
In
return, the Chinese, who consume close to 10 percent of the world's oil, have assured
themselves a supply of Venezuelan crude.
Against
this backdrop, the
handling of Colombia's relations with neighboring countries and Washington will require far more than the staged pragmatism of the Colombian government,
or the "capability, intelligence and additional independence" that El
Tiempo called for in an editorial last week.
Under
today's new circumstance, we must establish how Colombia (the most determined ally
of the United States in the region) will interact with a group of countries
that have commercially and politically associated themselves with one of
Washington's most fearsome enemies.
A Nicaraguan girl is treated to a kiss by Iranian
President Ahmadinejad, in Managua, Jan. 14.
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Even though
in the short term this new situation could speed approval of the U.S.-Colombia Free
Trade Agreement and include additional preferences, we mustn't lose sight of
the fact that any North American help to Colombia (particularly in regard to military
cooperation) will be difficult to manage.
The North
Americans are unlikely to believe that the presence of Iranian managers and technicians
in the region are solely for the purposes of economic and commercial relations,
just as the Iranians and Chinese are unlikely to believe that U.S. economic and
military aid to Colombia is simply to combat drugs and armed groups.
But above
all, Colombia should prepare itself for greater pressure from the United States,
especially since we know that the pipeline we have agreed to build with
Venezuela is as vital for the transport of Venezuelan crude to China as it is for
the investment that it will generate in this country. If Washington hasn't had much
trouble pressing the Colombian government before, it will
now, with China and Iran so close to Miami and so far from Bush.
Spanish Version Below
A otro precio
Colombia
puede quedar atrapada en medio de un conflicto ajeno.
Muy
preocupados deben estar en Washington. A los anuncios del presidente Hugo
Chávez, de "nacionalizar todo el sector energético y eléctrico
venezolano", ha seguido la visita a Caracas del presidente iraní, Mahmud
Ahmadineyad, en "busca de aliados contra Estados Unidos", según la
AFP.
En la
visita, no sólo acordaron poner en marcha la empresa conjunta de explotación y
desarrollo petrolero, bajo el nombre de "IranVenzOil", sino que, para
proteger los precios del crudo, decidieron reducir la
producción en 500 mil barriles diarios a partir de febrero (decisión a la que
ya adhirió el gobierno de Argelia en un monto similar).
También
anunciaron la creación de un fondo, con un primer aporte de dos mil millones de
dólares, para financiar proyectos en terceros países, que, a la manera de una
"alianza de civilizaciones", permita "contrarrestar la
dominación de los Estados Unidos".
Las
posteriores visitas del presidente iraní a Nicaragua, Bolivia y Ecuador le
quitan el carácter pintoresco que en muchos medios se le ha querido dar al eje
Caracas-Managua-Quito-La Paz, para proyectarlo como un eje cuyos gobiernos
(apoyados por amplias masas de población excluida y con algún peso en el mercado
mundial de energéticos) están estableciendo relaciones políticas y comerciales
con países que son enemigos declarados o están por fuera del control de
Washington.
En solo
cinco años, China, además de un importante comprador
de materias primas y productos agrícolas en América Latina, se ha convertido en
un aliado crucial para el presidente Chávez. China no sólo ha emprendido una
agresiva inversión por más de 10 mil millones de dólares en infraestructura y
desarrollo social en Venezuela, sino que también ha servido de soporte
estratégico en el manejo de las crisis políticas que Chávez ha enfrentado en su
relación con los Estados Unidos.
A cambio,
los chinos aseguran la provisión de petróleo venezolano para un consumo que concentra cerca del 10 por ciento del crudo que se consume a nivel
mundial.
En este contexto, el manejo de sus relaciones de Colombia con
Washington y sus vecinos va a requerir mucho más que el pragmatismo que anuncia
el Gobierno, o la "habilidad, inteligencia y alguna independencia"
que reclamaba el editorialista de EL TIEMPO el domingo pasado.
Con Irán
(y China) en el vecindario, Colombia necesita redefinir por completo su
política exterior. O, por lo menos, debe comenzar a considerar posibles
escenarios en los que debe intervenir. Debe entender que sus vecinos no son los
mismos con los que mantenía diferendos limítrofes, o con los que mantiene
problemas fronterizos por la lucha contra el narcotráfico o la acción
guerrillera.
En las
nuevas condiciones, tiene que establecer cómo es que Colombia (el más decidido
socio de los Estados Unidos en la región) va a interactuar con un grupo de
países que tienen como socio político y comercial a uno de los más temibles
enemigos de Washington.
Aun
cuando a corto plazo, el nuevo escenario podría apurar la aprobación del TLC para Colombia y algunas preferencias adicionales, no
hay que perder de vista que cualquier ayuda norteamericana a Colombia
(particularmente en materia de cooperación militar) va a ser difícil de
manejar.
Ni los
norteamericanos van a creer que la presencia de empresarios y técnicos iraníes
en la región solo sea para las relaciones económicas y comerciales, ni los
iraníes y chinos van a creer que la ayuda económica y militar a Colombia sea
solo para combatir el flagelo de la droga y los grupos armados.
Pero,
sobre todo, Colombia debe estar preparada para manejar una mayor presión
norteamericana, máxime cuando sabe que el poliducto que han acordado construir con Venezuela es tan crucial para la salida del crudo
venezolano a China, como para el país va a ser la inversión generada. Si
Washington no ha tenido problemas en apretar al gobierno colombiano cuando lo
ha necesitado, mucho más lo va a hacer ahora que China e Irán están tan cerca
de Miami y tan lejos de Bush.