Bush and History

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Quienes vieron su salida de la Casa Blanca con alivio deben prepararse. Vuelve George W. Bush, el último presidente republicano de Estados Unidos. A partir de hoy y durante una larga temporada será casi imposible no verlo en algún medio de comunicación. Antes de salir a la venta ayer mismo su libro de memorias Decision points (Momentos decisivos), ya era uno de los textos más demandados en Amazon y ahora el ex presidente se dispone a iniciar una gira nacional que incluirá unos cuantos platós de televisión.

Ya ha concedido alguna entrevista, en la que Bush se ha reinventado a sí mismo como un hombre contrario a la violencia utilizada para invadir Irak. Ha tenido dos años para repensarse y explicarse. Dos años refugiado en su rancho de Crawford (Tejas), tras dejar Washington como uno de los presidentes menos aceptados de la historia, para reaparecer ahora como un hombre que busca comprensión como sea.

El presidente que invadió Irak, creó Guantánamo, autorizó torturas sistemáticas y cárceles secretas, no solo se presenta como un cándido político empujado por sus asesores a entrar en Irak, sino que dice sufrir por ello. ¿Quizá por los 150.000 muertos, la mayoría civiles, que ha causado hasta ahora aquella decisión? No. Bush sufre porque nunca se encontraron las armas de destrucción masiva que supuestamente ocultaba el régimen de Sadam Husein y que fueron el detonante de la invasión. “Todavía me siento mal por ello”, se lamenta.

Hay algún otro pesar, como el de haber reaccionado mal al huracán Katrina. Por lo demás, fiel a sí mismo explica, simpático (¿con las botas tejanas sobre la mesa?), las decisiones más difíciles de su vida a través de las cuales, cree, salvó vidas. Como cuando la CIA le pidió permiso para torturar a un detenido del 11-S. “Claro que sí, demonios”, respondió. Y en la misma línea permitió el ahogamiento simulado a los detenidos para aclarar después que es un método duro que no causa daño permanente.

Bush firmaba ayer libros a ritmo desenfrenado. Con una primera tirada de 1,5 millones de ejemplares los beneficios serán cuantiosos, pero la CIA ya no le pregunta. Ahora puede cambiar su historia, pero sus decisiones ya no cambiarán la nuestra.

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