Republicans and the Climate

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Ayer ganaron los republicanos en las elecciones al congreso americano. Una parte del programa republicano es el rechazo radical a preocuparse por los demás, por las co-personas de cada uno.

El mensaje del Tea-Party es el intento (fallido) de recuperar la idea central de los “padres de la patria”, la idea del calvinismo radical de que los buenos son los elegidos de dios, y el resto son pecadores de los que no hay que ocuparse. Puesto que los elegidos eran los que cabían en los 5 mini barcos que arribaron a Massachussets, el resto del mundo mundial es algo que carece de interés.

Por lo tanto no hay que ocuparse de los enfermos, ni de los pobres (en la doctrina del calvinismo radical los pobres son los pecadores condenados ya en la Tierra por el dios inmisericorde) ni mucho menos por el medio ambiente, incluido el clima.

En esa doctrina lo único que existe es el capricho del ser humano independiente de los demás y sobre todo del ser humano cuanto más rico mejor, pues ser rico es un signo de que dios los ha elegido: Es la deificación, basada en textos mal entendidos de San Agustín y de San Pablo, del egoísmo puro y duro.

En España no tenemos calvinismo, pero si tenemos tea-party, sobre todo disfrazado de otras muchas cosas. Tenemos el egoísmo de los elegidos, no por dios, sino por la sociedad, los nobles bien elegidos, bien votados, para quienes lo único que importa son los demás de su clase (es decir, si son políticos, el resto de ellos, sean de derechas o de izquierdas, ya que ambos son “nobles”, es decir, elegidos) y el resto existe solo, y ha sido puesto ahí por dios, o por las leyes inmutables de la historia (que para el caso es lo mismo) para su servicio y disfrute.

El fiasco económico de los EEUU no es responsabilidad de Obama, los americanos han olvidado enseguida quien lo creo, el Sr. Bush, figura insigne del republicanismo radical. Pero si es responsabilidad suya no haber tenido lo que en España se dice “lo que hay que tener” para iniciar una revolución energética que hubiese dado trabajo a millones de americanos. Se ha contentado, a la manera de Keynes, en dar dinero para abrir zanjas y cerrarlas, pensando que la riqueza “está ahí” y solo hay que repartirla estimulando el gasto, sin aceptar, por falta de capacidad intelectual, que antes de repartir el pastel hay que hacer la masa y cocinarlo en el horno.

El fiasco económico español es responsabilidad de los dos partidos políticos, el PP y el PSOE, que, ambos, son amantes a ultranza del pelotazo, de la consecución de riqueza virtual mediante el cuento chino de la valoración artificial, no del trabajo, el esfuerzo y la invención, sino de convertir el solar rústico en solar edificable. Para hacer eso se precisan 4 millones adicionales de trabajadores que, cuando aquello vuelve a su valor real, sobran ante la indiferencia de esos nobles bien nacidos, es decir, de aquellos que han sido elegidos por los votos de un pueblo que no sabe de que va la guerra y a partir de entonces, como cualquier otro elegido, entran en la irresponsabilidad.

Ambos, el nuevo congreso americano, y el sistema de partidos español, han elevado a doctrina la idea de la insolidaridad: La insolidaridad ahora, renunciando a generar trabajo, y substituyéndolo en España por la limosna del paro, y en los EEUU por el rechazo a los pobres; y la insolidaridad mañana, dejando que la casa común, el medio ambiente de donde han de sacar los recursos nuestros hijos y nietos, se pudra ante su total indiferencia. Para muestra, vale un botón: Si desaparece el atún rojo, eso deja absolutamente fría a la Sra. Ministra de Medio Ambiente, lo mismo que si deja de llover.

Los amables y encantadores lectores de este blog me dicen que soy un catastrofista sin motivo. Que vivimos, como Pangloss, en el mejor de los mundos posibles.

Yo pienso que no, y sugiero, una y otra vez, la necesidad de dejar de lado las ideas del Tea-Party, del calvinismo, de la soberbia de la auto-selección; y por tanto la necesidad de ponernos a trabajar, de generar empleo productivo, de cuidar de nuestros conciudadanos hoy y de nuestros conciudadanos de mañana: De hacer ambas cosas a la vez: Generar energía y repartirla y por tanto dar empleo y cuidar nuestro ambiente.

La única riqueza real es la energía que usamos cada día. Una parte de esa energía la in-corporamos en edificios, coches, ropas, objetos. Y porque la suma de esa energía incorporada es mucho mayor que el flujo diario, nos creemos ricos, porque compramos y vendemos (quedándonos siempre igual) la misma cantidad de energía.

Pero la riqueza real no es lo que compramos y vendemos, sino el exceso de energía de que disponemos, día a día. Y esa energía hay que capturarla día a día. Hacerlo así da trabajo y riqueza a cada persona, pero no concentra esa riqueza en una sola.

Para crear empleo necesitamos aumentar nuestra disponibilidad energética, y reducir drásticamente la disipación de esa energía.

Pero esto solo lo entienden aquellos que viven con y entre el pueblo. Aquellos que se han mudado a palacios y que miran a sus co-personas desde los áticos de la Castellana, o desde las ventanas blindadas de sus limusinas, ya no entienden esta verdad evidente.

Ha triunfado la insolidaridad. Podemos cambiar esto la próxima vez, aquí y los americanos, allí.

¿Lo hacemos?

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