The Pains of the Planet

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Los países desarrollados han vuelto a evidenciar su apatía y manifiesto desinterés en apoyar un plan global para salvar al planeta de los efectos que está generando la explotación desenfrenada de los recursos naturales y la irracionalidad de un modelo consumista que sólo persigue la obtención de grandes finanzas, dejando de lado el daño que se ha estado ocasionando a la Madre Tierra.

En efecto, las posiciones externadas por la inmensa mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno que se dieron cita en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20, celebrada recientemente en Río de Janeiro, Brasil, evidenciaron la falta de disposición de los países desarrollados en adoptar compromisos concretos para evitar que el irracional modelo de industrialización y consumo imperante en la actualidad siga llevando al planeta hacia su destrucción.

¿Por qué los países industrializados continúan manifestando una conducta de indiferencia frente a la necesidad impostergable de asumir compromisos en el consumo desenfrenado de carbón, petróleo y gas natural?

Los países ricos se han “olvidado” de los compromisos suscritos hace décadas en beneficio de las economías subdesarrolladas de Asia, África y América Latina y el Caribe, tales como la transferencia de tecnología para que esas economías débiles puedan acceder a métodos más apropiados en la emisión de gases contaminantes y el entrega a éstos del fondo de financiamiento del 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) como cooperación a los países menos desarrollados.

¿Por qué los países desarrollados no han dado su apoyo a la propuesta de crear un fondo especializado para enfrentar los efectos del cambio climático y sus nefastas repercusiones sobre la flora y fauna del planeta? Se busca crear un fondo especial de 30 mil millones de dólares anuales durante el período 2013-2017 con el propósito de su incremento a unos 100 mil millones a partir del 2018.

Tanto Estados Unidos, como Alemania, Francia y Gran Bretaña, entre otros países desarrollados, evidencian que su preocupación más inmediata gira en torno a superar la grave crisis monetaria-financiera que afecta a la economía mundial y que el tema del cambio climático y el desarrollo sustentable puede esperar, pero…

Se hace necesario sumar voluntades y esfuerzos políticos para que en el mundo se diseñe “un nuevo paradigma y construir un nuevo proyecto de civilización que integre al conjunto de los sectores sociales y permita la generación de riquezas y disminución de la pobreza en un ambiente de armonía entre el ser humano y la naturaleza”, sostuvo el presidente Leonel Fernández durante su comparecencia en la Cumbre de Río+20.

El texto suscrito final de la Cumbre Río+20 sólo contiene simples aspiraciones de trabajar en temas tan cruciales como la seguridad alimentaria, el uso y consumo de agua y de la energía. Nada de compromisos, de metas concretas y obligatorias para salvar al planeta de la vorágine consumista que caracteriza a las economías ricas.

Si algo quedó demostrado en las exposiciones de la gran mayoría de los representantes del mundo subdesarrollado en la Cumbre Río+2 fue la impostergable necesidad de enfrentar los efectos devastadores del cambio climático inducido por el modelo industrial y de hiperconsumo imperante en los países desarrollados.

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