Rome Doesn’t Ask, It Orders

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El mayor problema del presidente Obama no es su lucha por implantar el Obamacare, sino su proyección de debilidad hacia el exterior. En estos tiempos es cuando se necesitan hombres como el General Douglas McArthur y el General George Patton, que de no haberlos detenido en sus avances a lo Sherman sobre los comunistas chinos y los comunistas soviéticos, los Estados Unidos se hubieran ahorrado el costo de la guerra fría y el mundo hubiera respirado más tranquilo, sin el bastión comunista de Corea del Norte y sin el bastión comunista de Cuba.

Los alborotos que están haciendo los países que de una u otra forma se le deben al poderío militar y económico de los EE.UU. por la cuestión del espionaje, no se los harían a un presidente fuerte que siente orgullo por la potencia que gobierna.

Primero tenían que haber ganado la segunda guerra mundial, para que Angela Merkel le levante la voz a quien destrozó el poder de Hitler y después se fajó con la Unión Soviética para que pudiera existir una Alemania Federal. “Queremos una explicación completa,” dijo la canciller de Alemania, con un irrespeto que en otros tiempos no se hubiera atrevido a hacer, coreada por unos franceses que no tienen las agallas para detener el avance musulmán sobre Europa y que tampoco las tuvieron para expulsar a los nazis de París, en donde de no haber sido por las agallas de los que ahora acusan de espías internacionales, se hubieran quedado hablando en alemán. Pero gracias al desembarco de Normandía, comandado por el General Dwight D Eisenhower, de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, el idioma de Charles Aznavour sigue siendo el idioma del amor.

Europa quedó devastada y en ruinas y fue gracias al General George Marshall, convertido en Secretario de Estado del gobierno del Presidente Harry S. Truman, que las ruinas que dejó el fascismo se lograron reconstruir gracias al Plan Marshall, que inyectó una cantidad de millones de dólares jamás antes vista para que Europa secara sus lágrimas de dolor y desesperanza. Ahora esa Europa, soberbia y vetusta, se alza contra sus benefactores, criticando su celo por la defensa del mundo libre, en una repetición de la labor del siglo pasado.

Hasta Brasil, en la fase de país del “segundo mundo”, se pone a la par de EE.UU. y le golpea el escritorio una estadista de pasado oscuro y criminal. La Presidente Dilma Rousseff, no hace mucho andaba integrando bandas marxistas leninistas, asesinando brasileños que no profesaban con el credo de Stalin.

¿Qué Estado no tiene sus propias políticas de defensa, las que incluyen el espionaje de los propios y los ajenos? Qué fácil olvidaron a John Edgar Hoover, fundador del FBI, que tenía fichado prácticamente a todo el aparato de gobierno, el Presidente de la República incluido. Hubo necesidad que llegaran los Kennedy a la Casa Blanca para disminuir su poder.

Los EE.UU. en manos de Barack Obama carecen de esa fuerza necesaria para seguir siendo los primeros, y solo se es el primero si te temen, porque saben que lo controlas todo. Que se moleste Brasil, que se moleste Alemania, que se moleste Francia y todos los países que le siguen, pero el orden del día en Washington, capital del Imperio, siempre debe ser la sobrevivencia de sus habitantes, así se tenga que espiar al mismo Papa si las condiciones lo exigen.

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