Another Front for Obama

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Los disturbios registrados en diversas ciudades de EE UU después de que un jurado no encontrara motivos para juzgar a un policía blanco acusado de matar a un joven negro el pasado agosto en la localidad de Ferguson recrean imágenes y situaciones ya vistas. Un incidente entre un policía blanco y un joven negro que acaba muerto; las protestas iniciales; y una decisión que entiende que ha habido una tragedia, pero no un homicidio, lo cual arranca otra oleada de disturbios.

Hay que destacar que la justicia ha seguido su curso. La muerte de Michel Brown fue analizada durante tres meses y medio por un gran jurado —compuesto por nueve blancos y tres negros— que escuchó a 60 testigos, peritos y otras personas relacionadas con el caso. Al final concluyó que no había pruebas suficientes para juzgar al agente Darrel Wilson por haber disparado al joven. Pero la decisión dejó profundamente insatisfecha a la comunidad negra, que la interpretó como una prueba de la indefensión en la que está y que salió a las calles de este suburbio de San Luis (Misuri) y otras ciudades.

Independientemente de la labor del gran jurado, hay problemas de fondo. Aunque la ley afirma que nadie puede ser interpelado por la policía solo por el color de su piel, las estadísticas lo desmienten con insistencia, a pesar de las sucesivas promesas para acabar con esa situación.

Obama tiene numerosos frentes abiertos en la recta final de su mandato, y se le abrirá otro complicado si lo sucedido en Ferguson no se calma en las próximas horas. A las polémicas por la reforma migratoria, la aplicación del nuevo modelo de sistema sanitario, el enfrentamiento con el Congreso con la consecuente parálisis legislativa y el cambio de rumbo —y altos responsables— en política de Defensa se añade ahora este estallido de violencia por el que está recibiendo algunas críticas de inacción desde la propia comunidad negra.

Es necesario que las autoridades estadounidenses se impliquen a fondo en políticas que erradiquen cualquier atisbo de discriminación racial. No se trata de interferir en la labor de la justicia —en el caso Brown sigue abierta una investigación del FBI—, sino de que los ciudadanos estadounidenses comprueben que el color de su piel no determina el trato policial ni judicial. Para ello es importante, y bienvenida, la promesa de abrir a la opinión pública los testimonios escuchados por el gran jurado que tomó la decisión.

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