Obama’s ‘Wet Cartridge’ Against Firearm Sales

<--

Cuando el telón termine de caer y Barack Obama ya no esté en la Casa Blanca, no hay duda de que esta última semana de enero será una de las más recordadas de su presidencia.

Con lágrimas y rodeado por familiares de víctimas de masacres, el mandatario anunció un último empujón para intentar algo que les ha sido esquivo a la mayoría de sus predecesores: ponerle límites al desbocado negocio de las armas en EE. UU.

Frustrado por la inacción del Congreso a lo largo de los últimos años, el Presidente presentó un conjunto de órdenes ejecutivas, 10 en total, con las que pretende ampliar el cerco de controles y así evitar que rifles y pistolas terminen en las manos equivocadas.

Como las de Adam Lanza, el joven de 20 años que asesinó a 20 niños en una escuela de Newton (Connecticut) y que sufría de problemas mentales.

“Cada vez que pienso en ellos, en niños de primero elemental, me lleno de rabia. Y cada vez que pasa una cosa de estas nos venden excusas para tratar de demostrar que los controles que tienen sentido común, como la revisión de antecedentes de los compradores, no hubiesen impedido esta masacre, o la anterior. Rechazo esa línea de pensamiento. Sabemos que no podemos impedir todos los actos de violencia. Pero quizá podamos intentar evitar uno de ellos. Con eso ya habría valido la pena”, dijo un compungido Obama durante un raro momento televisivo solo comparable al llanto de George W. Bush en los días posteriores a los atentados terroristas contra Washington y Nueva York en septiembre del 2001.

El hueco

El corazón de la propuesta del Presidente es cerrar un hueco que existe en las leyes que gobiernan el comercio de las armas.

Actualmente, y gracias a la Segunda Enmienda de la Constitución, cualquier estadounidense mayor de edad puede adquirir un arma de fuego.

Tan común es que las venden hasta en tiendas de cadena como Wallmart y se estima que al menos un 40 por ciento de la población posee una de ellas. O más de una, pues se cree que hay unos 300 millones de armas en circulación para un país que todavía no supera los 320 millones de habitantes.

Bajo la legislación actual todo comerciante que quiera dedicarse a la venta de armas debe primero obtener una licencia. Así mismo, cualquier persona que acuda a un comerciante con licencia (como el caso de Wallmart) es sujeto de una revisión de antecedentes para establecer si existe algún récord criminal o incluso médico que impida la venta.

En el 2014, por ejemplo, se realizaron más de 20 millones de ventas que pasaron por el filtro de la revisión de antecedentes.

El ‘hueco’ en la ley

El problema (es decir, el hueco) está en que la ley no especifica si este estándar se aplica a la venta o intercambio de armas vía Internet, a nivel individual, o en eventos informales como las ferias de armas. Eso se ha traducido en un comercio paralelo en el que no se exige la revisión de antecedentes y por el que transitarían casi 10 millones de armas anualmente.

Lo que hace la acción ejecutiva de Obama es forzar a los vendedores, incluidos los de Internet, y a los que negocien en ferias a que obtengan licencias de venta.

Con eso, dice la Casa Blanca, se ampliaría el universo de la revisión de antecedentes y se llevaría luz a una zona que hoy permanece oscura. Adicionalmente, las medidas de Obama prevén la contratación de más de 200 funcionarios que se dedicarían a tramitar licencias y revisiones de antecedentes.

Igualmente, se pretende integrar las bases de datos que manejan las autoridades para que estas incluyan a un mayor número de personas, e incluir en ellas reportes médicos que indiquen consumo de drogas o problemas mentales.

Esta semana, el mandatario norteamericano insistió en que su plan no busca limitar el acceso de los ciudadanos a las armas de fuego ni impedir que se vendan rifles de asalto y otras armas de alto poder. Sencillamente, dijo, que personas con récord criminal o mental puedan acceder a las armas aprovechando una falencia en el sistema. El problema con la propuesta de Obama, y en eso coinciden la mayoría de analistas, es que tiene pocos dientes.

Muchas de sus medidas, dice Phillp Dacey, de la Asociación Nacional de Coleccionistas de Armas, requieren de presupuesto para ser implementadas. “Y eso es algo que no le dará este Congreso controlado por republicanos”, opina el analista.

Otras de sus acciones son meras recomendaciones para las agencias federales, pero no expanden los mandatos o exigen nuevos estándares. Y lo poco que queda, es decir, el requisito que se hace a todos los vendedores de obtener licencia, va derecho a una demanda ante las cortes, donde tiene alto riesgo de perder.

“Lo que ha hecho Obama es ordenar que todos los vendedores, así sean ocasionales, deban obtener licencias y realizar revisiones de antecedentes previas a las ventas. Pero con eso está definiendo lo que es un ‘vendedor ocasional’ ”. Esto es, está interpretando la ley y eso es una tarea de las cortes, no de la Rama Ejecutiva, afirma el juez estadounidense Andrew Napolitano.

Lo más probable es que esta orden ejecutiva corra la misma suerte que la empleada en el 2014 para impedir la deportación de miles de inmigrantes, cuyos efectos fueron suspendidos por una corte inferior y que sigue pendiente de la revisión de la Corte Suprema de Justicia.

Incluso de sobrevivir a un trámite judicial, las órdenes podrían ser eliminadas de tajo si un republicano llega a la Casa Blanca en noviembre próximo.

About this publication