Hard Times for North America

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Los candidatos a la nominación presidencial de Estados Unidos llevan varios meses en campaña, en búsqueda de ganar la mayoría de delegados que les permita ser designados para competir por la Presidencia en las elecciones de noviembre.

De un lado y otro del espectro político, están demócratas y republicanos, con retóricas en contra del libre comercio. Esta actitud es normal entre los candidatos liberales, quienes apoyados por los sindicatos, siempre se han opuesto a acuerdos que puedan significar la pérdida de trabajos en determinadas industrias protegidas. Honrosa excepción fue el presidente Bill Clinton, al apoyar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Actualmente, ambos candidatos demócratas, Bernie Sanders y Hillary Clinton, han atacado el libre comercio y se han pronunciado en contra del acuerdo contemporáneo más importante, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), del que México es parte, junto con sus dos socios de América del Norte.

Contrario a la retórica demócrata, la ideología republicana siempre ha privilegiado iniciativas dirigidas a una apertura de mercados y generación de competitividad entre las empresas. Sin embargo, también aquí se encuentra una excepción: el candidato a la nominación republicana Donald Trump, quien ha demostrado una impresionante ignorancia, no sólo en temas de política exterior, sino también en lo que compete al comercio internacional.

En su retórica incendiaria, Trump ha incluido en la lista negra de los “males” de Estados Unidos a México, su gobierno, sus migrantes y, finalmente, el TLCAN, tratado que ha declarado suspenderá de llegar a la Presidencia.

En este contexto, no es fácil que los impulsores de una mayor integración en América del Norte sean escuchados. Finalmente se abría una oportunidad para mayor diálogo y acción, ahora que el primer ministro de Canadá, Stephen Harper –con quien el presidente de EU, Barack Obama, tenía una fría y distante relación–, habría dejado su lugar al liberal Justin Trudeau, con quien hay –en teoría– mayor afinidad. Sin embargo, a Obama –quien también demostró poco interés en el tema– le quedan pocos meses en la Casa Blanca, y tanto México como Canadá deberán ajustar políticas para lidiar con el nuevo inquilino. Quienes ahora parecen tener oportunidad de lograrlo –republicanos y demócratas–, son opuestos a todos los beneficios de una mayor y mejor relación con sus socios.

En este contexto, es imprescindible seguir apuntando a comunicar los beneficios ya existentes, así como los posibles con una mayor integración comercial competitiva, la armonización de procesos, etc., como lo mencionaron expertos de los tres países reunidos en el Tercer Simposio sobre América del Norte, organizado por la Universidad Anáhuac, la Universidad de Calgary y la Universidad Estatal de Arizona: Jaime Serra, Eugenio Terrazas, Luis Téllez, Agustín García-López, Francisco Suárez Dávila, Anthony Wayne, Laura Dawson, Duncan Wood, Colin Robertson, John Maisto, Gaétan Caron, Dave Collyer, Gary Dirks, Stephen Blank y muchos otros que apuestan a una mejor relación regional. Mientras voces obcecadas piden cerrar fronteras, en dicho foro (www.northamericanprocess.org) se analizan los principales obstáculos y oportunidades para generar una mayor integración que resultará en mayores beneficios. Falta que los tomadores de decisiones las apoyen.

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