Donald Trump, China and US Trade Policy

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Donald Trump, China y la política comercial de EEUU

16 de febrero del 2017

Por Diego Marrero, gerente de Inversiones de AFP Hábitat

“Una guerra comercial entre EEUU y China afectaría enormemente la economía mundial, dice Diego Marrero.”

La elección de Donald Trump en EE.UU. trajo consigo incertidumbre y, con el pasar de los meses, vamos a poder medir realmente qué tan factibles son algunas de las propuestas anunciadas por el mandatario. Uno de los temas centrales de su plan es el comercio exterior, en el que hizo declaraciones bastante duras hacia sus principales socios comerciales, a quienes culpó de haberse beneficiado durante años a costa de los trabajadores de EE.UU.

Con ello, sus propuestas de gobierno apuntaban a renegociar las condiciones comerciales con los mismos. Ya con pocos días en el poder, Trump se ha enfocado en revisar dichas condiciones con México, aplicando un estilo de negociación bastante agresivo que busca poner a ese país contra las cuerdas, para poder lograr acuerdos más favorables. Para EEUU, eso sería algo relativamente fácil, pues tiene muchísimas herramientas para poder presionarlo.

Por otro lado, durante la campaña también fue bastante crítico con China, país al que acusó de manipulador de monedas y amenazó con imponer un impuesto de 45% a las importaciones de su procedencia. Ante ello, funcionarios del Gobierno de China declararon que iban a devolver cualquier ataque comercial. El riesgo de una guerra comercial entre China y EE.UU. sería muy importante para la economía mundial, pues China, a diferencia de México, tendría suficientes armas para enfrentar a EE.UU., llegando a ser un rival casi de la misma talla. Aproximadamente, el 45% de los productos consumidos en EE.UU. son importados, y de dicho porcentaje, el 35% proviene de China, mientras que solo el 13% viene de México.

Por esto, una eventual guerra comercial tendría un impacto mucho mayor en la cadena de abastecimientos de EE.UU., así como en los precios de los productos finales. Por ejemplo, según estimados de diversos analistas, el costo de fabricación de un iPhone podría subir hasta un 300% si este fuese fabricado íntegramente en EE.UU. Por otro lado, cortar el comercio no devolverá la mayor parte de los empleos manufactureros estadounidenses perdidos ante China en décadas anteriores, no solo porque la diferencia en costos es demasiado grande, sino porque muchas de estas fábricas ya ni siquiera están en China, ya que han migrado a otros países asiáticos que inclusive son más competitivos.

Evidentemente, Trump lo sabe y sabe también que el comercio exterior no es un juego de suma cero, donde lo que gana un país lo pierde el otro, sino más bien ambos países tendrían mucho que perder. Según Goldman Sachs, si se llevara a cabo una guerra comercial entre EE.UU. y China, el impacto negativo en el crecimiento sería de 0,7% del PBI para EE.UU. y de 0,3% para el de China.

En este escenario, EE.UU. no solo no tendría nada que ganar ante una eventual guerra comercial con China, sino que no tendría las mismas armas para amedrentarlo y forzarlo a renegociar condiciones comerciales, tal como sí lo está haciendo con México. Por esa misma razón, hemos visto una moderación del tono con el que Trump se refiere a China y podríamos esperar que el riesgo de una posible guerra comercial entre ambos países se haya disipado.

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