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¡Hasta la vista!

James Comey se lleva a su retiro forzado la pena o la gloria de haber descarrilado la campaña presidencial de Hillary

“¡Estás despedido!”, frase favorita de Donald Trump, desde que era animador de la televisión. Ahora que es animador de la política mundial la sigue utilizando, tal vez siguiendo el consejo de Maquiavelo: “Cuando veas que un ministro pienso más en sí mismo que en ti, y en todos los asuntos busca su propio provecho piensa que una persona que actúa en esa forma nunca podrá ser buen consejero, y nunca te podrás fiar de él”. La violenta remoción de James B. Comey, director del FBI, incendia nuevamente la política estadounidense. La razón que adujo Trump para fulminarlo fue la recomendación del abogado general y de su segundo.

Se pensará que está en las facultades presidenciales remover a los funcionarios de la administración y es cierto. Solamente que no se trata de cualquier funcionario, ni siquiera comparable a los secretarios de los diferentes despachos. El director del FBI juega el las ligas mayores de la política estadounidense. Por ello se espera que la remoción no ponga un velo sobre la investigación en curso, sino ayude a aclarar el papel de los rusos en la elección presidencial de Estados Unidos.

Comey recogió ya sus cosas del edificio que lleva el nombre de J. Edgar Hoover en la avenida Pensilvania en Washington DC. Hoover es el fundador del FBI, oficina que concentra las actividades de espionaje de Estados Unidos. Hoover llevó adelante tareas que en ese tiempo parecerían imposibles realizar: llegó a espiar directamente a los líderes de los países más poderosos del mundo durante los años de la Guerra Fría, concretamente la Unión Soviética y China. Detuvo un golpe de Estado, contra un líder electo en la República Dominicana (Joaquín Balaguer) y de manera sutil socavó el poder de varios presidentes de EU.

Ante la inexistencia de la CIA, el FBI realizó las tareas de espionaje y contraespionaje de todo aquello que parecía sospecho. Uno de los episodios más conocidos en la historia del Siglo XX estadounidense, es el de Sacco y Vanzetti, sobre el cual se ha escrito tanto y se han hecho producciones cinematográficas. Hoover se ocupó de investigar a los grupos que se oponían a la ejecución de los anarquistas italianos. Los grupos liberales siempre sostuvieron que se trató de un montaje para eliminarlos. Hoover estaba convencido que Sacco y Vanzetti eran responsables de los bombazos terroristas que dejaron un baño de sangre en Wall Street, aun cuando nunca pudo probarlo, El caso permaneció abierto para siempre.

Es clara la mala relación entre Jess Sessions, el abogado general (recusado para interferir en el asunto de la intervención rusa en las elecciones) y el cesado Comey. En esa oficina nunca ha sido fácil la relación entre jefe y subordinado. Algo parecido a la relación entre el secretario de Energía de México y el director de Pemex, el primero superior jerárquico, el segundo superior político económico.

Basta recordar la pésima relación entre Hoover y los Kennedy. En la última conversación entre Hoover y Robert Kennedy el 22 de noviembre de 1963, Hoover le llamó telefónicamente al abogado general, para avisarle que su hermano había sido baleado. “Tengo algunas noticias para usted” le expresó. Tim Weiner, el autor de Enemigo, una Historia del FBI, reflexiona que no le dijo “malas noticias” – como sin duda eran – sino simplemente noticias. A los cuarenta y cinco minutos Hoover volvió a llamarle para avisar que su hermano había muerto. Ni los Kennedy con todo su poder se atrevieron a cesar al director del FBI. Existe la leyenda llevada al cine de que Hoover tenía las grabaciones de los encuentros del presidente Kennedy, nada menos que con Marylin Monroe.

Odiado por demócratas y republicanos, Comey se lleva a su retiro forzada la pena o la gloria de haber descarrilado la campaña presidencial de Hillary. No se sabe todavía si su despido puede ser el inicio del descarrilamiento tan esperado de la presidencia de Donald Trump. Es probable, de confirmarse la liga del presidente con los rusos, que el sistema estadounidense grite entonces a Trump: “You are Fired!”

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