Take This ‘Trump’s Only Ally’ Rhetoric with a Pinch of Salt

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Permitan a este chamberilero y emigrante que ha vivido su 14 Juillet particular temporalmente varado en -cómo no- el corazón de Chamberí que discrepe del análisis publicado en estas páginas sobre la visita a Francia del presidente de Estados Unidos, en el que se describía a Emmanuel Macron como “el único aliado de Donald Trump en el Viejo Continente”.

Ya que, efectivamente, Gran Bretaña no está en el continente, no podemos contar a Theresa May, que sí que parece una aliada. Pero Vladimir Putin y Andrzej Duda, el presidente polaco, son de lo más viejocontinentales y es su cercanía a Trump, no la supuesta de éste con Macron, la que está inquietando mucho en las cancillerías de la Unión Europea, y en Berlín ante todo, donde se ve que por ahí puede Trump dividir el continente y, en particular, la propia UE. No fue casualidad que, horas antes de su amistoso recibimiento al presidente norteamericano, Macron estuviese reunido con Angela Merkel.

Cuando Macron puso tan firme y públicamente a Trump en su lugar en su primera y aún reciente reunión, cuando emitió su celebérrimo tuit con “make our planet great again” en defensa del acuerdo de París, marcó claramente el terreno. Sus diferencias políticas -internacionalista, liberal- con Trump están claras para todos. Como bien apunta el gran politólogo francés François Heisbourg, Macron “está intentando demostrar al mundo que Francia ha vuelto, que ya no es objeto de conmiseración sino un actor importante en el escenario”.

El toque de genio del presidente francés es dar el siguiente paso amparado en una efeméride histórica, el centenario de la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial -con aquel famoso grito del teniente coronel Charles E. Stanton, “Lafayette, we are here!”- para sacar a Francia de las trincheras y llevarla a la victoria. Dos siglos y medio de alianza son mucho más que las diferencias de dos políticos, e inteligentemente Macron brinda al aislacionista y atribulado Trump la oportunidad de engancharse a la extraordinaria historia de la amistad franconorteamericana.

Por ahí va el comentario de un Heisbourg admirado por la finura política demostrada por Macron: «El centenario de la entrada de Estados Unidos en la Guerra Mundial es una forma preciosa de recordar a todos, a ambos lados del Atlántico, que son cien años de complicidad transatlántica que se ha ido construyendo entre Estados Unidos y Europa Occidental. Es un mensaje poderoso, que va mucho más allá de Trump».

Y si se adereza con una cena amistosa en la Torre Eiffel (la grandeur!), aun aguantando las torpezas de Trump con Brigitte Macron, pues mejor que mejor. Pero sin pasarse de frenada.

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