An Oscar for Perversity

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Una de las películas más valientes e interesantes de la más reciente edición de los premios Óscar es ‘Vice’, que sigue la vida del nefasto político norteamericano Dick Cheney, el vicepresidente más poderoso de la historia de su país.

Tan silencioso como estratégico, el líder republicano convirtió un cargo protocolario y simbólico -la Vicepresidencia de los Estados Unidos- en el verdadero poder detrás del trono, amparado en la debilidad de carácter del inexperto George W Bush.

Desde su juventud como pésimo estudiante, ebrio, desadaptado y conductor irresponsable, el filme muestra el sibilino aprendizaje de Cheney en las lides del oportunismo político, y su paulatino ascenso al alto gobierno.

Trepador de grandes ligas, pasó de ser el presidente ejecutivo de una gran petrolera a vicepresidente de la nación, no sin antes recibir de la compañía un jugoso bono de millones de dólares.

Cheney despejó el camino para que sus antiguos jefes y amigos se repartieran el botín petrolero de Medio Oriente, con la excusa perfecta del 9/11, al tiempo que aceitó la máquina de la guerra para beneficio de grandes corporaciones.

Fue el cerebro detrás de la gran mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, engaño de proporciones épicas que derivó en la invasión a Iraq, en la desestabilización de Oriente Medio y el posterior nacimiento de Isis.

Bajo la extrema derecha ideológica de Cheney se vivió el apogeo de los centros estadounidenses de tortura y abuso de prisioneros, como Abu Ghraib y Guantánamo, que practicaban la sodomización, los ataques con ácido y las descargas eléctricas en los genitales de los interrogados, entre otras abominaciones que el ‘Vice’ llamó “técnicas agresivas de interrogación de prisioneros”.

El desprecio por la ley y la interpretación amañada de la constitución, ejemplifican lo que puede causar un político que manipula el miedo y el odio en los ciudadanos para moverlos a apoyar una reelección, y una guerra exterior cuyos únicos beneficiados son corporaciones sedientas de contratos.

Anoche ‘Vice’, la película, ganó el Óscar a mejor maquillaje por la transformación del actor Chistian Bale en el venerable anciano Dick Cheney, un rey del camuflaje que desde la sombra manejaba los hilos del poder.

A quién empoderamos, como ciudadanos. Qué nivel de violencia y degradación estamos dispuestos a respaldar, es la gran moraleja que deja esta película, tan universal y vigente como los vicios que retrata.

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