Trump, Breaking Away from Everything

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Trump, rompiendo con todo

El Tratado INF de 1987 estuvo muy oportuno, sobre todo porque se proponía no sólo reducir una determinada categoría de armas nucleares, las de 500 a 1.500 kmts de alcance, sino porque se proponía reducirlas a cero

Si se fijan, las bolsas y mercados de todo el mundo andan mucho más agitados por los aranceles de quita y pon de Trump y las pataletas de Boris Johnson que por la posibilidad de una nueva carrera de armas nucleares. En realidad, el entierro del Tratado INF de armas nucleares intermedias de diciembre de 1987 nos ha de servir sobre todo para recordar qué ‘no son’ las armas nucleares. En primer lugar, el arma nuclear tiene una curiosa capacidad, cual es la de ser inservible en términos militares. De todas las armas que ha inventado la humanidad (y son unas cuantas), es la primera que puso sobre la mesa la imposibilidad de su uso.

Los expertos consideran las trágicas experiencias de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, a la vez como un experimento a escala real, y el cierre de la segunda guerra mundial. Con la guerra fría empezó de verdad la carrera nuclear en una perspectiva bilateral (Estados  Unidos / Unión Soviética), carrera desaforada por su coste económico y su capacidad destructiva. A partir de los años setenta, las dos superpotencias optaron en paralelo por una muy racional serie de tratados para mantener esas armas bajo control. Es más, la mayoría de expertos en la guerra fría consideran los Tratados SALT I (1972), SALT II (1979) y INF (1987) como una prueba evidente de la racionalidad de las dos potencias nucleares en gestionar sus recursos más destructivos mientras que, a la vez, se enfrentaban en diversas partes del planeta mediante maniobras subversivas, guerra ‘por intermediarios’ y un largo etcétera.

Precedente histórico

Pero se acabó la Guerra Fría y se abrió un gran interrogante: ¿para qué servían las armas nucleares, en un mundo abocado a otro tipo de conflictos? Y ya puestos, ¿para qué iban a servir las grandes alianzas militares, la OTAN y el Pacto de Varsovia?  Este se murió de muerte súbita el día que la Unión Soviética echó el cierre y tiró la llave. La OTAN, por su parte, sigue buscando su identidad y su destino, pero después de Bosnia y de Kosovo en los años 2000 va más bien con pies de plomo, y acaba de negarse a involucrarse en una misión en el estrecho de Ormuz sugerida por Trump.

El Tratado INF de 1987 estuvo muy oportuno, sobre todo porque se proponía no solo reducir una determinada categoría de armas nucleares, las de 500 a 1.500 kmts de alcance, sino porque se proponía reducirlas a cero, y así se hizo con un calendario muy preciso y efectivo. Retirarse ahora del Tratado no es declarar una guerra nuclear, es otra prueba de que Trump está en “Modo Trump”. Es decir, que su política exterior se seguirá basando en romper unilateralmente con toda obligación internacional, ya se trate de aranceles comerciales contra China, flirteos con Kim Jong Un, romper el pacto con Iran sobre desarrollo de su programa nuclear, y lo que quieran ustedes. En la agenda de Trump está arrinconar a la OTAN, debilitar a la Unión Europea, y ganar las elecciones de 2020.

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