The Enduring Triple Jump

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Si unos años atrás alguien nos hubiera dicho que Estados Unidos se convertiría en el principal productor de petróleo del mundo, probablemente no le hubiéramos creído. De hecho, así ocurrió, cuando tan temprano como en su primera legislatura Barack Obama profesó que su país se volvería auto suficiente energéticamente. No fue al improviso, se trata de una planificada estrategia a largo plazo en búsqueda de una política continuada, contundente y duradera. Más no ecológica. 

El “fracking” es bien conocido desde hace varios años. La fracturación hidráulica se trata de una técnica para la extracción por medio de altas presiones de agua que permiten fracturar la roca, con el fin de extraer bien todo el contenido. Es decir, una buena raspada de sartén. Esta práctica, si bien es altamente cuestionable por su impacto ambiental, ha permitido el aumento en la producción de petróleo en países como Estados Unidos, y su autosuficiencia en gas. De hecho, esta semana, luego de años de su implementación en el país norteamericano, pasaron a convertirse en los mayores productores de petróleo del mundo; con más de 14 millones de barriles por día. Una cifra realmente impresionante. 

A la par con esa noticia, en Arabia Saudita, unos drones destruyeron la principal refinería de ese país, reduciendo la producción diaria en unos 5,7 millones de barriles; es decir, casi 50% menos. Mientras que nosotros en Venezuela, sin drones ni guerra, solitos hemos ido autodestruyendo nuestra industria. La cual producía unos 3 millones de barriles al día en 2013, para pasar a unos 700.000 hoy en día. Un 77% menos al cabo de 6 años. Todo según cifras oficiales de la OPEP, las cuales no pueden ser ni manipuladas, ni censuradas. 

El petróleo es un arma estratégica y política, Estados Unidos lo sabe y por eso se ha dedicado tanto a su compra (tienen una reserva estratégica de 640 millones de barriles) como a las mejorías en su proceso de extracción. No olvidan lo delicado que puede ser el recurso y recuerdan con especial cautela la Guerra del Yom Kippur, en donde los países árabes de la OPEP decidieron realizar un embargo petrolero hacia los países occidentales que apoyaban a Israel en la guerra. El resultado fue la conocida crisis energética del año 73 y la lección de que el petróleo fungía como un arma política por excelencia. 

La Organización de Países Exportadores de Petróleo ha manejado los precios y la producción para salvaguardar sus intereses. Es lógico, todos los países hacen lo mismo con sus recursos estratégicos. Por ello, que EEUU quisiera ser independiente energéticamente era una necesidad, más que un capricho. Y, si bien aún dependen de la producción extranjera, su carrera por la independencia la llevan bien avanzada. Nosotros, en cambio, seguimos sumergidos en el discurso primitivo y artesanal. “Las mayores reservas del mundo” de nada sirven si se encuentran en el subsuelo y no las podemos sacar. La riqueza, deja de ser riqueza si los recursos no son transformados con tecnología. Y el mundo gira y avanza, mientras nosotros no sabemos sino ir hacia atrás. 

Resulta preocupante que nuestro país tenga años ganando la carrera en retroceso. Es difícil que no encabecemos la lista en cualquier ranking negativo sin aparente síntoma de mejoría cercana. Yulimar Rojas, atleta venezolana, es de aquellas poquísimas excepciones que nos dan respiro cada vez que actúa y deja en alto a nuestro país. La más reciente fue en Lima, Perú, en los juegos Panamericanos del presente año. Ahí nos coronó con oro en su especialidad: el salto triple. 

Hace unos años, durante las olimpíadas de 2016 en Rio de Janeiro escribía a propósito de la misma atleta luego de ganar la medalla de plata. Para mí, en ese entonces, la atención que le dábamos al deporte era injustificada mientras teníamos una crisis que -creía yo- no podía empeorar. Hoy, pienso distinto y me alegro que tengamos a Yulimar otorgándonos oros. En ese entonces concluía que si bien no habíamos ganado el oro, nuestra situación nos ponía “de primeros en estos juegos olímpicos; al menos cuando se trata de un salto triple hacia atrás”. En esto no he cambiado de opinión. 

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