Judgment on the Abnormality of the Trump Era

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Donald Trump llegó al poder saltándose todas las normas y convenciones y su conducta no cambió al llegar a la Casa Blanca. El cargo no hizo a la persona, como algunos esperaban.

A sus simpatizantes, les divierte. A sus detractores, les asusta, mientras sus adversarios políticos sienten que, en medio del tsunami diario de noticias, cada vez les cuesta más explicar que están pasando cosas anormales. Las maniobras del presidente con Ucrania han convencido a los demócratas no sólo de que esta vez se ha pasado de la raya sino de que van a poder convencer a la opinión pública de que lo que ha hecho es impropio en un presidente, además de contrario a la Constitución. El impeachment será un juicio político al presidente pero también a la anormalidad actual en EE.UU.

El mandatario responde a Romney, senador republicano, llamándole “imbécil pretencioso”

Enfrentado a la posibilidad de un humillante impeachment que, aunque no le saque de la Casa Blanca, puede dejarlo tocado de cara a su reelección en el 2020, Trump ha reaccionado tensando un poco más la cuerda, asegurando que no hay nada malo en nada de lo que ha hecho y volviendo a hacerlo a plena luz del día. Esta semana pidió públicamente a China, como antes hizo con Ucrania, que investigue a un rival político.

“Hace tiempo que vemos un patrón claro, cuando Trump no puede defender su conducta simplemente la normaliza. Precisamente por eso es tan peligroso”, comentaba esta semana Ben Rhodes, quien fuera consejero adjunto de Seguridad Nacional de Barack Obama, que no pierde ocasión de resaltar la anormalidad de algunas de las acciones del actual presidente y la nueva forma de trabajar de la Casa Blanca.

El exembajador Nicholas Burns lo expresó con contundencia cuando esta semana le preguntaron sobre la provocadora petición de ayuda política de Trump a Pekín. “Trabajé para cinco presidentes, republicanos y demócratas. Ninguno de ellos habría hecho nada remotamente parecido a lo que el presidente acaba de hacer”, sentenció. Burns, subsecretario de Estado y exembajador ante la OTAN, es uno de los 300 exfuncionarios de seguridad nacional que cuando trascendieron las primeras revelaciones sobre las gestiones de Trump con Kíev y la suspensión de ayuda militar al país por motivos aparentemente políticos, firmaron una carta abierta que argumenta que las acciones del presidente son “un incuestionable abuso de poder”.

Varias encuestas han constatado el apoyo al inicio del proceso de impeachment

Pedir ayuda “al dictador de Pekín” para investigar a un ciudadano americano es “un nuevo punto bajo” de esta presidencia, aseguró Burns en la CNN. “Es legal y moralmente incorrecto y el presidente debe oírlo de la gente del Capitolio, en especial de los senadores y congresistas republicanos. Esto no tiene precedentes. Si alguien cree que invitar aun dictador en Pekín a investigar a un distinguido americano no es una buena idea debería decirlo, porque es una idea terrible”, insistió.

Este y otros ruegos en el mismos sentido han tenido escaso eco. Con un apoyo que roza el 90% entre los votantes conservadores, criticar a Trump es una senda arriesgada por la que pocos republicanos se aventuran, aunque la prueba de lealtad sea cada vez más dura. A pesar de que pedir ayuda exterior en unas elecciones y de que la injerencia extranjera se ha considerado históricamente como una amenaza a la soberanía del país, se han mantenido mayoritariamente mudos ante la provocadora petición de Trump.

La nota discordante la pusieron los senadores Ben Sasse (Nebraska) y, una vez más, Mitt Romney (Utah). “Los americanos no miran a los comunistas chinos en busca de la verdad. Si el hijo de Biden violó la ley al vender su nombre a Pekín, es un asunto que atañe a los tribunales americanos, no a tiranos comunistas que manejan campos de tortura”, dijo Sasse el viernes. Romney sufrió ayer la cólera tuitera del presidente, que respondió a sus críticas tildándolo de “imbécil prepotente” usando un término extremadamente vulgar, señal de que también las normas más básicas de la educación han saltado por los aires.

La mayoría de los republicanos, sin embargo, prefiere criticar el optimismo demócrata ante su impeachment que enjuiciar sus llamamientosa Ucrania o China. Algunos incluso le han defendido. “No me parece que haya nada inadecuado en hacer eso”, dijo el senador Ron Johnson. El silencio republicano resulta aún más atronador si se tiene en cuenta que Trump intenta validar una teoría que choca frontalmente con las conclusiones de su propio trabajo en el Congreso. Básicamente, que fue Ucrania y no Rusia quien intervino en las elecciones del 2016.

En las últimas dos semanas, varias encuestas han constatado un giro en la opinión pública estadounidense, que ahora apoya mayoritariamente el inicio del proceso de impeachment al presidente. Defenderle, callar o distanciarse de él se hará más complicado conforme avance el proceso y algunos senadores o congresistas sientan que puede afectar a sus posibilidades de reelección. En el 2020, a diferencia de lo que ocurrió en el 2018, optan a la reelección más escaños republicanos en el Senado que demócratas.

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