Peor atentado
¡Qué paradoja! Estados Unidos, que un día antes de la apertura de los Juegos Olímpicos había pedido mayor libertad de expresión a China, no pudo disfrutar de la soberbia ceremonia de inauguración a causa del monopolio a la información que ejercen sus grandes consorcios mediáticos.
Al diferir 12 horas después la transmisión de la ceremonia de apertura, la cadena de televisión NBC, que pagó 900 millones de dólares por los derechos, no sólo puso en ridículo al presidente George W. Bush, quien sí estuvo en la ceremonia, sino que convirtió a Estados Unidos en el único país del mundo que no presenció la inauguración.
En la cuna de las libertades y la tecnología, los estadounidenses vinieron a darse cuenta de la impresionante ceremonia cuando el acontecimiento era fiambre y estaba a punto de convertirse en historia. Y todo por monopolios que contrastan con derechos con los que Washington presiona a otros países.
El atentado de la NBC contra el derecho a la información no pasó inadvertido. Las víctimas, que dijeron no entender cómo se podía privar a una nación de una transmisión en directo del principal acontecimiento deportivo en el mundo, elevaron su voz de protesta. Y no es para menos.
Con la decisión de la poderosa cadena ningún otro medio estadounidense podía transmitir siquiera vídeos en sus sitios de Internet, a la espera de la difusión de la fantástica ceremonia de Pekín con 12 horas de retraso, prevista para el horario estelar. Sin embargo, tampoco dejó de extrañar que los comentaristas de los populares programas matutinos de la NBC apenas mencionaran la ceremonia.
Si no se trató de un boicot, la NBC tendrá que dar muchas explicaciones porque hay muchas coincidencias. Primero, el Gobierno de Bush había advertido de que era hora de que China concediera más libertades a su pueblo y luego ocurren los incidentes con la transmisión de los Juegos Olímpicos.
Pero quienes han quedado mal no sólo ante el pueblo estadounidense, sino en el mundo son Bush y la NBC. Después de una inversión de más de 40 mil millones de dólares para que los Juegos fueran un acontecimiento, lo menos que desearían los chinos es que sean empañados por acciones políticas o extradeportivas.
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