¿Wikileaks o Facebook?
Ricardo Trotti
trottiart@gmail.com
El año terminó con una interesante polémica. El público votó en forma abrumadora por Julian Assange, el fundador de Wikileaks, como “personaje del año”, pero los editores de la revista Time escogieron sabiamente a Mark Zuckerberg, el fundador de la red social Facebook.
En materia de comunicación, las creaciones de ambos hombres figuran entre las más relevantes de la década que termina, pero concuerdo con la decisión de Time.
Aunque la fuerza de Wikileaks al publicar ilimitados materiales secretos e incómodos podría desestabilizar a un gobierno o cambiar las formas de hacer política, en el fondo no es más que el aprovechamiento potenciado de las nuevas tecnologías por parte del periodismo tradicional. Su valor radica en la denuncia y la creación de agenda pública dentro de un esquema de comunicación vertical, de emisor a receptor.
Por Wikileaks puede que apreciemos el mundo de forma diferente, pero Facebook, en cambio, modificó nuestra forma de vivirlo. Zuckerberg, en pocos años, desde que inició en 2004 su proyecto casi como un juego en Harvard, transformó la forma en que nos comunicamos.
Nos ofreció una versión más madura de nuestra experiencia con Internet; y ahora vivimos una etapa de mayor horizontalidad expresiva, de libertad, donde lo más trascendente ya no es el modo en cómo comunicamos, sino cómo interactuamos y nos conectamos con los demás. Lo podemos palpar a nivel personal. En mi casa, la rutina de los desayunos cambió desde que formamos parte de esta comunidad de Facebook de 550 millones de personas que crece a un ritmo de 700 mil usuarios al día. Mi esposa lee el periódico después de reconectarse con sus amigas de hace 30 años; chatea, etiqueta fotos y comparte como no lo hacía desde su adolescencia. Y yo, desde que seguí la formidable campaña política de Barack Obama, navego leyendo lo que le interesa a mis amigos, sigo las tendencias de grupos que protestan o simpatizan con cualquier causa, endoso campañas de todo tipo o me relaciono con quienes compartimos gustos a pesar de distintas edades, ideologías o nacionalidades.
Es cierto que hemos perdido algo de privacidad, que las relaciones virtuales pueden condicionar nuestras vidas o que podemos ser más vigilados que antes. Pero nada se compara a las ventajas de la libertad de expresarnos y conectarnos. Incluso hay investigaciones, como la del banco español BBVA, que demuestran que los migrantes mexicanos en EEUU que usan redes sociales, como Facebook y Twitter, ganan 23% más que el resto, porque acceden a mejor información sobre fuentes de trabajo, salarios y formas de ahorro.
Es tan poderosa la comunicación espontánea que se ha convertido en un desafío para gobiernos intolerantes.
Las autoridades chinas tienen censurado a Facebook desde principios de 2009 y en Pakistán, Irán o Arabia Saudita lo bloquean periódicamente.
Habrá que ver qué sucederá en Venezuela.
Esta semana, Hugo Chávez legalizó la censura del Internet y quienes formen grupos en las redes sociales para criticar al gobierno podrán ser castigados. Ni pensar el nivel de censura que generaría que Wikileaks publicara cables secretos de la diplomacia chavista, ya que la nueva legislación permite bloqueos como se practican en Cuba.
Facebook sobrevivirá a gobiernos y su censura. No fue la primera ni es la única red social, pero Google en el mundo de los buscadores de Internet, se transformó en la fuerza dominante.
Se calcula que tendrá un billón de usuarios para 2012. Los medios y los avisadores lo seguirán usando para expandir sus límites y los periodistas para retroalimentar historias. Y como ya está ocurriendo, la conexión a sitios de noticias o entretenimiento, será a través de perfiles en Facebook, una especie de “pasaporte” para cualquier actividad.
Zuckerberg estuvo bien escogido como “personaje del año”. No porque a los 26 años tenga una compañía de más de U$S40 billones o se comprometiera como joven filántropo ante Bill Gates y Warren Buffet a donar la mitad de su fortuna en vida, sino por su visión. Time lo debe haber elegido porque donde todos veían en una red de computadoras la oportunidad de negocios formidables, él vio una vasta red de personas y una nueva forma de comunicación, de interconexión.
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