La Habana (PL) En el contexto de las complicadas relaciones Estados Unidos-Cuba, el profesor Luis René Fernández-Tabío es uno de lo académicos que más ha ahondado en el tema, con 20 años de experiencia profesional vinculados a los estudios de la política generada desde Washington, entre otras disciplinas sociológicas y científicas con impacto internacional.
Fernández-Tabío es investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana (CEHSEU), y antes estuvo vinculado al Centro de Investigaciones sobre Asia, África y América Latina, del Instituto de Ciencias Sociales, con sede en la capital de Cuba.
El Doctor en Economía de la Universidad de La Habana y Master de la Universidad de Carleton, Ottawa, en Canadá, amablemente accedió a responder preguntas de Prensa Latina y el escenario para este encuentro fue la sede del CEHSEU, una discreta casa en Miramar, próxima al capitalino río Almendares.
PL: Profesor, alcanzando casi el término del año 2011, ¿podría hablarse en este periodo de una “flexibilización” del bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba?
LRFT: Aunque desde hace muchos años la política de Estados Unidos hacia Cuba sigue estando centrada en las sanciones económicas, ellos -las autoridades norteamericanas- en la práctica la definen como una estrategia basada en los llamados “Dos Carriles”.
En el gobierno de George W. Bush se tendió a restringir un tanto la implementación del llamado Carril Dos, que es -explicado a grandes rasgos- el esfuerzo sistemático de Washington por influir en la sociedad y realidad cubanas a partir de las comunicaciones, los viajes familiares y las remesas monetarias.
Durante la administración de William Clinton, esta misma política se definía como la llamada diplomacia pueblo a pueblo.
Es cierto que Barack Obama flexibilizó algunas medidas relacionadas con los viajes y las remesas. Estos grupos de medidas y otras tácticas aplicadas por Obama, como un discurso más moderado y un relativo mayor nivel de comunicaciones, son elementos positivos en algún sentido.
Sin embargo, debe quedar claro que ninguna de esas medidas eliminan el bloqueo, ni las sanciones unilaterales, que han estado funcionando igual que cuando la época de la administración de W. Bush. Hoy se mantiene el elemento del bloqueo y las sanciones a Cuba en el mismo nivel.
El organismo encargado de aplicar el bloqueo, dentro del esquema del Departamento del Tesoro, se conoce por sus siglas en ingles: OFAC. Esta entidad ha dictado sanciones muy fuertes a organizaciones y bancos que han mantenido alguna relación económica con Cuba, dificultando en un grado extremo nexos de la Isla con otras naciones.
Esa es una política injerencista que no ha cesado. Recientemente se aplicó un castigo de este tipo contra un banco alemán, Commerzbank, por medio de una multa de 175 mil 500 dólares. Son elementos que evidencian que la política coercitiva contra Cuba se mantiene.
El bloqueo no se ha aliviado en ningún sentido, al tiempo que esas medidas del mencionado Carril Dos han vuelto a un nivel del período de la administración Clinton, e incluso en algunos aspectos se han ampliado aún más.
El actual presidente estadounidense ha otorgado facilidades para algunas acciones relacionadas con viajes y remesas monetarias. Sin dudas, un elemento positivo, pero igual el bloqueo se mantiene intacto en todas sus partes, prácticamente similar que cuando Obama entró a la Casa Blanca.
El complejo andamiaje del cerco económico y financiero no permite relaciones directas entre entidades empresariales cubanas y entes comerciales norteamericanos, y hace más difícil las posibilidades de viajes, los rangos de compras de alimentos y otras mercancías, debido al laberinto de los créditos y la exigencia de pagos en efectivos, entre otros requerimientos engorrosos.
PL: ¿Cómo valora usted las últimas acciones y reacciones en contra de Cuba propulsadas por la comunidad derechista conservadora cubanoamericana, radicada mayormente en las ciudades de Miami y New Jersey?
LRFT: Las encuestas más recientes demuestran que, del total de los residentes o vinculados a esa misma comunidad cubanoamericana, el 61 por ciento se opone a la introducción de leyes que pretendan restringir, por ejemplo, los viajes familiares a la nación caribeña. Y entre aquellos ciudadanos registrados como votantes, el criterio es que el 54 por ciento se opone a este tipo de normativas.
Lo cual es un hecho que sin dudas pone a pensar a sectores de derecha, que siempre han tratado de manipular las políticas hacia Cuba. Un sector que no quiere que estos cambios ocurran porque conoce que tales tendencias presagian el fin del bloqueo.
Un sector de derecha que no quiere que estas aperturas acaezcan porque sabe además que ello beneficiaría al pueblo cubano en cuanto a ingresos por la vía del sector del turismo.
En este punto, los propios principios que pretende defender Washington en su filosofía son dañados por una política de presión y bloqueo hacia Cuba, es decir, son perjudicadas las propias libertades individuales de los estadounidenses, que hoy no pueden viajar libremente a Cuba.
El último rechazo que se logró dentro de los sectores progresistas por medio de diversas actividades da una esperanza en el sentido de que se pueden frenar medidas como la recién impugnada enmienda maquinada por los congresistas Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, un plan que habría revertido el tema de los viajes a Cuba.
Estas fuerzas progresistas que ya vivieron esas sanciones durante la administración Bush se unieron y lograron impedir este paso. Eso no significa que deban esperarse otros cambios más radicales, pero es una suerte de parte-agua, porque es la primera vez que a una medida de tal naturaleza se le estrechan las puertas del Congreso.
La mayoría de los emigrados cubanos residentes en Estados Unidos después de los años 80 y 90 del siglo XX son los que más relaciones con Cuba tienen y más vínculos familiares sostienen y, por ende, saben que estas leyes los afectarían mucho.
Representan la existencia de una mayoría de ciudadanos cubanoamericanos, que desde dentro de Estados Unidos se manifiestan, en distintos grados, pero en contra del bloqueo impuesto por Washington hace medio siglo.
También debemos aclarar que los sondeos reflejan que no se trata de una masa homogénea. Los emigrados más recientes son los que más favorecen las medidas de alivio, en general estamos ante expresiones que probablemente estén entrando en un nuevo momento histórico.
PL: ¿Qué conclusión podemos extraer respecto a la histórica, insistente y sostenida política hostil y agresiva del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba?
LRFT: Desde el tiempo de los llamados padres fundadores, Estados Unidos ha demostrado interés en la posesión de Cuba, entre otros aspectos, por su situación geográfica. Históricamente Estados Unidos ha tratado de absorber a la Isla para que este país regrese a la esfera de influencia norteamericana, eso ha sido un elemento permanente y que perdurará.
Estados Unidos considera a Cuba un espacio estratégico económico fundamental y sobre esa cuestión no hay discusiones posibles por parte de la clase política dominante en Washington. Las variaciones sobre este tema están solo en los métodos para hacer valer este añejo objetivo de la Casa Blanca.
Todas las políticas norteamericanas están montadas en esas alternativas únicas, que basan sus metas en tratar de cambiar a Cuba e intentar diseñar un país que incube su rendición política ante el vecino poderoso del norte.
No importa cuántas condenas de Naciones Unidas reciba el bloqueo, Estados Unidos mantiene un sistema estratégico arbitrario que ellos identifican como unilateralismo. Actúan con o sin la anuencia de la ONU, las directrices del poder estadounidense son siempre accionar unilateralmente.
Ellos consideran que pueden hacerlo porque se creen la única superpotencia global sobre todo en dos frentes importantes: el militar y en el ámbito mediático, el de la información.
No obstante, al constatar ejemplos como la reciente constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, entre otros foros continentales, corroboramos que ya están muy lejos los tiempos aquellos en que Estados Unidos podía presionar a América Latina, como eslabón de sus maniobras para tratar de alcanzar sus viejas y siempre frustradas pretensiones de aislar a Cuba.
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