Desde mucho antes de 2004, cuando se firmó el Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-Cafta), gobierno y sector productivo fueron advertidos sobre la necesidad de cumplir de manera irrestricta con un cronograma de competitividad para poder afrontar los desafíos que conllevaría la desgravación total de las líneas arancelarias contenidas en ese convenio.
Para 2015, un total de 962 productos, correspondientes a 1018 líneas arancelarias ingresarán al mercado dominicano libre de impuesto o con arancel cero, lo que significaría pérdidas de cientos de empleos por falta de competitividad de productores nacionales frente a sus pares estadounidenses y centroamericanos.
Antes de ese tratado, el intercambio comercial de República Dominicana con Estados Unidos y la mayoría de los países de Centroamérica, arrojaba un superávit, panorama que se ha revertido, lo que ha agravado el déficit crónico en la cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que en vez de aliviarse tiende a agravarse.
En este año, el 97% del total de líneas arancelarias contenidas en el DR- Cafta ingresará al libre comercio, lo que significa que productos tales como varillas, cementos, puertas, ventanas, losetas, libros y productos para la higiene personal, pasarán por las aduanas sin pagar impuestos, mientras las manufacturas nacionales confrontan problemas a causa de la elevada tarifa eléctrica y la áspera burocracia.
En vez de aprovechar un vasto mercado integrado por 350 millones de consumidores, la industria dominicana confronta serias dificultades para evitar que las importaciones la despojen del mercado interno por falta de competitividad. Aquí se recrea el cuento del que tantas veces emitió falsa alarma sobre la llegada del lobo, hasta el día de hoy cuando el feroz animal se avizora a las puertas de las aduanas.
Al ministro de Industria y Comercio, José del Castillo, le asiste toda la razón, al señalar que el DR-Cafta significa también una excelente oportunidad para que los productores dominicanos puedan incrementar sus importaciones, pero es obvio que se hace tarde, a menos que no se redoblen esfuerzos desde gobierno y sector privado.
Duele decirlo, pero República Dominicana ocupa el puesto 105 en el ranking global de competitividad, muy rezagado respecto a Estados Unidos (5), Costa Rica (54), Guatemala )86), El Salvador (97), Nicaragua (99) y solo delante de Honduras (111), lo que obliga a trabajar día y noche para revertir tan difícil situación.
Todavía hay tiempo para que los sectores agrícolas, pecuarios, industrial, agro industrial unifiquen esfuerzo conjunto al Gobierno y procuren no solo los niveles de competitividad para defender su prevalencia en el mercado local, sino también para aumentar las exportaciones de bienes hacia Estados Unidos y Centroamérica. De que se puede, se puede.
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