Trump y Putin liman tensiones, tras el bombardeo a Al Assad
Es la Guerra Fría en versión siglo XXI. La sideral distancia entre Washington y Moscú, agravada por la crisis siria, no impide que los dos presidentes se comuniquen mediante su particular teléfono rojo con la frecuencia de dos buenos colegas. Aunque esa supuesta camaradería que se atribuía a ambos se ha ido enfriando con el paso de los meses. En su tercera charla telefónica desde que Donald Trump llegara a la Casa Blanca, los dos mandatarios que, por activa o por pasiva y con apariencia de entendimiento a distancia, se beneficiaron de la victoria electoral del magnate, han dejado atrás los mutuos parabienes con que se agasajaron en su primera conversación. En un contexto mucho más tensionado, Trump y Putin abordaron ayer la búsqueda de salidas al rompecabezas sirio, donde Moscú sigue asumiendo la tutela del dictador Bashar Al Assad, en medio de la demanda mundial de soluciones humanitarias a la guerra, y más tras el último ataque con armas químicas a cargo del régimen de Damasco. Minutos antes del contacto telefónico, el Kremlin apuntaba que parte de la conversación iba a abordar la posibilidad de establecer una zona humanitaria, así como la posibilidad de reactivar el proceso diplomático y buscar una fórmula definitiva para la paz en Siria.
El bombardeo de una base del Ejército de Al Assad, el 6 de abril, parece haber modificado las variables estratégicas del conflicto, aunque aún no se sepa en qué medida. Entonces, EE.UU. lanzó 59 misiles Tomahawk contra la base de Shayrat, desde donde el régimen del dictador había lanzado semanas antes un ataque con armas químicas contra el ejército de la oposición en la ciudad de Homs, según han concluido todas las investigaciones posteriores. La decisión de Trump, además de romper con una pasiva política de Obama en materia militar frente a Al Assad, ha servido para llevar el conflicto a otro terreno. Pese a que Moscú condenó enérgicamente el ataque norteamericano, que Putin llegó a calificar de «agresión injustificada contra un estado soberano», y ha venido negando que Al Assad empleara armas químicas, la abstención de China en el Consejo de Seguridad situó a Putin en un aislamiento incómodo dentro de la comunidad internacional. Es la esperanza de Washington para sacar rédito a su bombardeo contra Al Assad.
Escalada de tensión
Desde entonces, no han parado de crecer las tensiones entre Rusia y EE.UU., como se comprobó durante la posterior visita a Moscú del secretario de Estado, Rex Tillerson, tras la cual Trump afirmó que «nunca en la historia reciente las relaciones entre ambos países han estado tan mal». Además, el Kremlin anunció la ruptura de las comunicaciones con la cúpula militar estadounidense en suelo sirio, el nexo que permitía mantener una mínima coordinación operativa, en un avispero en el que combaten grupos tan diversos, algunos de ellos yihadistas, y donde los terroristas de Daesh continúan siendo un enemigo común.
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