El primer año de Donald Trump en el gobierno fue como su atribulada, atropellada y exitosa actividad empresarial, siempre motivo de noticia y críticas fuertes.
Esa misma personalidad turbulenta se encuentra al frente de uno de los países más poderosos de la tierra y se pudo observar la incidencia, riesgos y avatares del primer año del archimillonario en la Casa Blanca.
Por ahora Trump anda con las barbas en remojo puesto que le puede sobrevenir el cierre parcial del Gobierno federal, toda vez que el senado no le aprobó el presupuesto.
Las declaraciones incendiarias no serían problema para un empresario o una estrella de TV, pero sí lo son cuando de un mandatario de una nación influyente se trata.
Desde la campaña su arrogancia le valió cuestionamientos, pero salta a la vista que le procuró los votos para cumplir su objetivo y tratar de destruir todo lo que dejó su antecesor, Barack Obama.
La primera polémica surgió por su posición hostil con México y la obsesión por completar el muro; los temas migratorios y la persecución a los latinos y las personas sin papeles. Su política internacional ha sido llena de sobre saltos. Desde la tensión en las relaciones co Cuba – mejoradas por Obama-, hasta la declaratoria de Jerusalén como capital, cada vez que formula algún comentario hace saltar chispas. Su ostensible falta de compromiso para atenuar el calentamiento global genera tensiones y el complejo tratamiento de las relaciones con Corea del Norte, ha tenido al mundo en vilo.
Un libro polémico, llamado Fuego y furia puede resumir en su título el pulso del primer año convulso de su mandato, aunque, según el periodista de este diario, responsable de la sección internacional, Santiago Estrella, quien lo leyó y explicó en IDEAS del domingo pasado, el libro no es gran cosa pero contiene anécdotas de una administración que será caracterizada por la abundancia de escándalos y polémicas inusuales.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.