Asalia Venegas.- La cifra abruma: 4.500 niños fueron abusados por funcionarios estadounidenses en la frontera con México. En esa pesadilla se les trocó el sueño americano de sus padres.
El derecho penal del “país de la libertad” vio hacia otro lado. Las ONG de derechos humanos husmeaban por el tercer mundo. La USAID y la NED andaban en lo suyo: tumbando gobiernos y juramentando títeres.
En Venezuela hay quienes claman que estos violadores vengan, o mejor, intervengan militarmente el país. La fuente estadística de crímenes sexuales contra niños y niñas latinoamericanos es el Departamento de Salud y Recursos Humanos (HHS) de Estados Unidos, órgano donde laboran los violadores. La denuncia llegó al Comité Judicial de la Cámara de Representantes.
En este tipo de delitos los casos reales superan a los denunciados, pero los ya hechos públicos son abrumadores. Fueron perpetrados entre 2014 y 2018.
Las víctimas son infantes no acompañados por sus padres, entre estos, los miles de ellos abruptamente separados de sus progenitores bajo la orden de “tolerancia cero” con la migración, dictada por Donald Trump.
A lo anterior se suma más de un millar agresiones sexuales contra niños y niñas denunciados ante el Departamento de Justicia.
Los cantantes que maquillan con sus conciertos las agresiones imperiales a Venezuela y otros países, guardan un silencio que taladra el alma. Varios de esos artistas son colombianos, donde unas 50 niñas han sido abusadas sexualmente por militares apostados en las nueve bases de Estados Unidos en su país. Ni una estrofa de sus privilegiadas gargantas para sus pequeñas paisanas. Ni una nota de su cómplice pentagrama.
Andrés Eloy Blanco hablaba de los niños que escaparon de Herodes para caer en Hiroshima. Hoy, los que se salvan de los pederastas religiosos, caen víctimas de los funcionarios estadounidenses encargados de su custodia. Las grandes corporaciones mediáticas guardan un cartelizado silencio que los hace merecedores del nombre que les dio en sus años de docencia activa una comunicadora: “celestinas mecánicas”. En este caso, son algo más que celestinas.
Se ha de suponer, excepto en caso de enajenación, que quienes piden una invasión militar del país no tienen hijos, sobrinos, nietos ni nada. Nada.
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