Donald Trump: Turning Point or Detour in History?

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Las elecciones del próximo 3 de noviembre definirán no sólo al próximo presidente, sino también el futuro del orden internacional liberal liderado por Washington. El republicano tiene chances de ser reelecto.

¿Es Donald Trump un punto de quiebre o una mera desviación en el camino de la historia? Algo así se pregunta Joseph Nye, profesor de la Universidad de Harvard, en su último artículo. El próximo 3 de noviembre no sólo se definirá quien se convierte en el presidente de los Estados Unidos para el período 2021-2025, sino también, el futuro del orden mundial establecido con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Ya sea una consolidación del regreso al aislacionismo estadounidense previo a Franklin D. Roosevelt y el final del orden internacional liberal creado a partir de 1945; o un reacomodamiento de las piezas de la política exterior norteamericana del último medio siglo. Para tener un indicio certero de cómo podría ser la política exterior de la Administración Biden-Harris, hay que remontarse a la implementada por Bill Clinton o Barack Obama.

El aislacionismo trumpista tiene, sin embargo, algunas particularidades. Trump ha logrado ciertos éxitos en materia de política internacional, incluso, mayores que los de su predecesor. El reciente establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y los Emiratos Árabes es una muestra de ello. Aunque Trump ha incrementado considerablemente su presupuesto en defensa, ha sido mucho más medido en el uso de la fuerza en países extranjeros que todos sus predecesores desde, por lo menos, Jimmy Carter. Quienes lo conocen aseguran que al presidente lo obsesiona la idea de ser premiado con el Nobel de la Paz. Si bien esto es poco probable, en materia de política internacional tiene bastante más méritos que Obama cuando se lo otorgaron en 2009.

Más allá de un panorama interno que bordea la catástrofe, Trump tiene serias chances de ser reelecto. A pesar de que apenas 3 de cada 10 estadounidenses aprueban su gestión durante la pandemia, o de las revueltas raciales a causa de la violencia institucional, su contrincante aún no parece entusiasmar lo suficiente. En un momento de caos, mostrarse como el presidente de la “ley y el orden”, puede traerle grandes beneficios entre los votantes todavía indecisos. Esto le sirvió a Ronald Reagan para derrotar a Carter o a Richard Nixon para relegirse en medio de una degradación social similar a la actual. Es cierto, que, como asegura Nye, el “soft power” del país hacía afuera se ha visto fuertemente debilitado durante la Administración Trump. No obstante, esto no parece ser importante para su núcleo de votantes.

El “turning point” del que habla Nye significaría que el sucesor de Trump, ya sea el año que viene o dentro de cuatro, se encontrará con un mundo completamente diferente al que agarró el magnate convertido en político en 2016. Si bien, por ahora el escenario electoral se encuentra abierto, pareciera haber más posibilidades de pensar que esto efectivamente podría ser así. En el mundo de las fronteras cerradas y la democracia liberal cuestionada, el ascenso de movimientos xenófobos y de ultra derecha tanto en Europa como en algunos países latinoamericanos, las posibilidades de que el trumpismo sea un mero accidente histórico son cada vez menores.

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