America's Favorite Terrorist Goes Free

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Posada Carriles: una bomba de tiempo

Rolando Sarmiento Ricart

Camagüey, 21 abr. -Para formar un parecido más exacto de su perfil profesional, Luis Posada Carriles, es una carga explosiva de C-4 con mecha rápida que va de Bush en Bush y cuya detonación no han podido acallar ni maniatar como a la ultrajada justicia norteamericana y la famosa Ley Patriótica.

Y es que el terrorista Posada Carriles, confeso de tantos crímenes como la voladura del avión de Cubana en pleno vuelo con 73 pasajeros a bordo, y que la administración de George Bush, pretende “juzgar” por sus mentiritas migratorias de entrada al país gladiador del antiterrorismo, significa, aunque pretendan minimizarlo, un peligro universal de muerte para cualquier nación, incluso para los propios Estados Unidos.

Es muy conocido que Posada Carriles, en el propio corazón de los Estados Unidos, Washington, capital del país más poderoso del mundo, participó en el atentado con bomba que asesinó al ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Orlando Letelier y de su asociada estadounidense Ronnie Moffitt.

Afirmaciones de fuentes muy cercanas al terrorista, también lo involucran en la conspiración y muerte del presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, sin embargo, el actual gobierno de la “Casa Blanca” – entre comillas- acoge al nuevo Ben Laden, con la seguridad de que no representa una amenaza para nadie.

Es bueno recordar que el inveterado dinamitero, en una entrevista ofrecida en 1998 al The New York Times, se adjudicó la jefatura organizativa de una serie de ataques con bombas contra hoteles, tiendas y diversos objetivos civiles en Cuba durante el verano de 1997. Estos hechos vandálicos causaron la muerte del turista italiano Fabio Di Celmo y heridas a otras personas, entre ellas niños.

¿Cuántas víctimas jóvenes hubiera causado el siniestro atentado que planeó y organizó en el Paraninfo de la Universidad de Panamá para, una vez más, intentar acabar con la vida del presidente cubano Fidel Castro? Gracias a la inteligencia cubana fue detenido a tiempo por las autoridades panameñas y declarado culpable, pero fue indultado por la presidenta Mireya Moscoso, justamente días antes de terminar su mandato en agosto del 2004. Hoy la ex mandataria disfruta las ganancias de su valiosa contribución al terrorismo, en los Estados Unidos.

Cuando papá Bush y baby Bush, se declaran públicamente defensores de la democracia norteamericana, del antiterrorismo mundial, les crecen sus narices ante un pueblo estadounidense que cada vez más y con más fuerza, escucha y participa en la indignación internacional creciente para condenar la excarcelación de un terrible asesino y la liberación inmediata de los cinco jóvenes cubanos que, desde la propia madriguera dinamitera miamense, luchaban por evitar el derramamiento de sangre inocente dentro y fuera de Cuba, como se aprecia en el abultado currículo de crímenes de Posada Carriles.

Se libera o encarcela, se vuelve a fugar o continúa tranquilamente junto al polvorín de la Florida: es cuestión de tiempo, pero él sabe mucho de la familia Bush, de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), para que sea desatendido, desprotegido, descuidado por quienes lo engendraron y alimentan. Muerto el perro se acabaría la rabia, dirían en un arrebato alcohólico George W y sus asesores “antiterroristas” de Afganistán e Irak, pero… ¿Cómo?

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