Anti-Economic Xenophobia

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Roberto Salinas León

Xenofobia antieconómica

Ante la posibilidad de una recesión en la economía estadounidense se han exacerbados los sentimientos anti inmigración, pero la cuestión es que las tasas de inmigración no son lo suficientemente altas para lograr los cometidos de vivir mejor y prosperar.

Roberto Salinas León

La creciente posibilidad de una recesión en la economía estadounidense, combinado con los duros ajustes observados en los mercados de crédito, ha exacerbado el sentimiento contra la inmigración. Además, es año de elecciones presidenciales, cuando culpar al otro por los males internos se convierte en deporte nacional.

Es una lástima que un tema de capital importancia, digno de un diálogo civilizado y de una conversación informada, sea objeto de tanta emoción visceral y tanta falacia. El caso se da en otros países también. Esto, como apunta la revista The Economist, es preocupante porque que la migración beneficia tanto al país que aporta capital humano como al país que lo recibe. Los inmigrantes suelen ser gente motivada, dinámica, con sentido de urgencia y aspiraciones.

Los inmigrantes mexicanos, tanto legales como ilegales, tienden a repatriar remesas y otros valiosos activos, como conocimientos, nuevos usos, nuevas costumbres, ideas y hasta transferencias de tecnología. Las remesas en sí representan un gran beneficio, no sólo por su valor financiero, sino porque es el mejor ejemplo de asistencia inteligente y completamente individualizada.

En los debates presidenciales se seguirá hablando sobre cómo neutralizar la inmigración. Sin duda, ninguno de los candidatos que se opone a la migración notará, como nos ha recordado The Economist, que más de una tercera parte de quienes tienen títulos y doctorados en ciencias o ingeniería en Estados Unidos son inmigrantes. También fueron inmigrantes muchos de los fundadores de las empresas tecnológicas que funcionan en Silicon Valley, California.

Pero, lamentablemente, la realidad es que los políticos prefieren explotar los temores por xenofobia que explicar los beneficios de la inmigración y la necesidad de un cambio inteligente, gradual y ordenado en el marco migratorio. Pero con o sin muro, la economía estadounidense seguirá dependiendo de la inmigración, tanto por presiones fiscales, como por demanda laboral. Mucho mejor sería idear mecanismos temporales, o de amnistía, que explotar un resentimiento antieconómico y tratar de cerrar unas puertas que acabarán cayéndose ante las realidades económicas.

El hecho es que una mayor integración migratoria conlleva beneficios superiores al beneficio combinado de asistencialismo financiero a otras naciones, condonación de deudas e incluso reformas comerciales. Bono, Jeffrey Sachs y demás integrantes del coro pro-tercermundista serían mucho más efectivos en sus causas si incorporan la integración migratoria a sus mensajes. Según Phillippe Legrain, anterior editor económico de The Economist, “tratar de detener la migración de personas es moralmente inaceptable y una franca estupidez económica”. Y es que la inmigración es un mecanismo que reduce significativamente la miseria de los más pobres.

Entonces, la cuestión no es que las tasas actuales de inmigración sean demasiado altas, sino que no son lo suficientemente altas para lograr los cometidos de vivir mejor y prosperar.

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