Obama y George Soros
A George Soros se le conoce por muchas cosas: es gran filántropo, tiene preferencia por los países del Tercer Mundo, especialmente en el campo educativo y su Fundación Soros hace grandes donaciones a instituciones de causas meritorias, como Transparencia Internacional. Pero es un hombre polémico, excéntrico y controversial, su odio por el mandatario norteamericano George Bush lo ha llevado al extremo de que lo “deja frío” que ataques suicidas maten a soldados norteamericanos. Usó millones para impedir que Bush fuera a ser reelecto en el 2004. Con las mismas fuertes emociones está gastando millones para que Barack Obama gane la presidencia de EUA.
Nació como Schwartz Gyorgy el 12 de agosto de 1930, en Budapest, Hungría. La familia cambia su apellido judío por Soros para evadir la persecución de los nazis. En 1943 escapa de los soviéticos con el pretexto de ser un concursante de esperanto, su padre es una autoridad en ese difícil idioma y viaja a Inglaterra en 1947, donde estudia economía. En 1956 emigra hacia Estados Unidos y empieza su carrera como especulador e inversionista, y con el talento de un rey Midas aumenta su capital en pocos años. Aventurero en las especulaciones bursátiles, invierte con éxitos en varios países en bancarrota como Argentina, donde es el mayor terrateniente, con 400.000 hectáreas y más de 160.000 vacas en las pampas gauchas; también posee varios centros comerciales en la tumultuosa Buenos Aires, hoteles y varios complejos habitacionales. Su orgullo es tener en el Distrito Federal de México la Torre Mayor, la más alta de Iberoamérica. Aunque sigue prendido de los negocios y especulaciones, ya se alejó de los ajetreos diarios de Wall Street.
En su pirotecnia del mayor especulador del planeta es un hombre de grandes prejuicios, así como dona millones en obras benéficas, hace daño. Ha sido la primera figura y actor destacado de las diversas crisis financieras que padeció la región asiática. Muchos amarillos no pueden escuchar el nombre de George Soros sin que les duela el estómago, y más de un primer ministro, ya sea nipón o malayo, hace la cruz cuando se lo nombra. También los rusos debieron padecer en carne propia los vaivenes de la timba financiera desatada durante la crisis del rublo en 1998, gracias a la magia truculenta de Soros. Fue el único especulador que se llevó por delante una regla de oro en la bolsa: No especules nunca con el Banco Central.
En septiembre de 1992 apostó a la depreciación de la libra esterlina, haciendo temblar al sistema monetario europeo y poniendo de rodillas al Bank of England; después de pasar la varita mágica, sus arcas se incrementaron en mil millones de dólares. Por aquellos días el nombre de Soros no se podía pronunciar en muchos países.
Una de sus contradicciones más notorias es que siendo de sangre judía es antisemita, acusa a Israel, posiblemente con el odio que le tiene a Bush, de ser responsable de que el antisemitismo haya sido avivado por los israelitas. A pesar de ser multimillonario, es anticapitalista. Los norteamericanos lo consideran un desagradecido porque después de haber hecho su gran fortuna en ese país se declara antiestadounidense y lo han bautizado “Mr, Evil”, “Señor Diablo”. Quiere romper todos los cánones de la cultura americana, con ese propósito el gran especulador del planeta ha tirado sus dados por alguien que sea totalmente diferente al patrón norteamericano y como su segundo apellido es triunfo, puede que gane su candidato, Barack Obama. Está invirtiendo muchos millones para que se convierta en el próximo presidente de Estados Unidos y con su habilidad como mago de las finanzas, también puede usar ese talento en ganar este juego especulativo.
Para Soros todo es un desafío, que no se arriesga a perder.
Obama no es un orador sincero como Martin Luther King, es un tanto teatral en sus discursos por la forma en que mueve los dedos y los ojos. Se siente halagado de que las mujeres se desmayen a sus pies como si fuera un cantante de rock.
Tengo un documental de Franklin Delano Roosevelt, no me gustaba su oratoria, era muy teatral, movía la cabeza de un lado para otro y hacía pausas para dar oportunidad de lo que lo aplaudieran. Ya iba por la cuarta reelección, su opositor era una gran figura, Thomas Dewey, de fina oratoria, calmado, muy culto.
Perdió las elecciones de 1944 principalmente porque a Roosevelt se le asociaba con el triunfo de la Segunda Guerra Mundial, pero también se le hizo responsable de torpes negociaciones con los rusos en la Conferencia de Yalta, debido a su senilidad.
El complemento del presente artículo lo dedicaré al senador de Illinois Barack Obama, del Partido Demócrata, que disputa la candidatura con Hillary Clinton.
La competencia es tan cerrada que hay que prepararse para muchas sorpresas.
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