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Barack Obama necesitó cinco meses para vencer a Hillary Clinton y entrar en la historia como el primer candidato negro a la presidencia de EEUU. Lo hizo con un linaje político que él mismo delineó entre “el presidente que eligió la Luna como nueva frontera” .

Bajo el recuerdo de John F. Kennedy y Martin Luther King, dos de los personajes de leyenda de la política de EEUU, Obama convenció a los votantes demócratas que el cambio era posible -y mucho mejor que la experiencia esgrimida por su rival Hillary Clinton- para un país que se sumerge lentamente en una recesión que tiñe al futuro de desesperanza.

Fue con un sencillo “Sí, podemos” que el político de 46 años en un discurso de enero pasado sacó el título de “orador carismático” y de “fenómeno político”. Durante el resto de los meses que transcurrieron hasta ayer el graduado de Harvard y Columbia, demostró que también tenía los títulos necesarios para sobrevivir a los ataques de una dura interna.

Es estos cinco meses, “el fenómeno Obama” contagió de ganas de hacer política a los jóvenes apáticos de los campus universitarios. Una onda expansiva que hasta llegó a una aldea perdida en Kenia. Ahí, su abuela “Mama Sara” se convirtió en uno de los personajes más buscados por la prensa.

Dicen que el enojo de su pasado lo enterró en las letras de su autobiografía en la que contó su consumo de drogas para que nadie se lo recuerde como un obstáculo en su camino hacia el sueño de ser el primer presidente negro de EEUU.

Esos recuerdos de la mitad de su vida los escribió cuando acababa de terminar sus estudios de leyes en Harvard. Después, con los fantasmas del pasado a salvo, se lanzó a su carrera política. En 2004 fue electo senador por Illinois y en 2007 -en el mismo edificio en que Abraham Lincoln terminó con la esclavitud- dijo que sería el primer presidente afroamericano. Ayer, se acercó un poco más a ese sueño

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