Creating Fresh Meat for Al Qaeda at Guantanamo

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Peteneras de Guantánamo

Afganistán es un país de estructura tribal. En la guerra de 2001, las tribus pashtún vinculadas a los talibán no se hicieron grandes preguntas. No había deserciones ni casos de conciencia. Si acaso, había tribus que renunciaban a tomar las armas a cambio de una cierta cantidad de dinero. País tribal… pero muy susceptible a las transacciones económicas. En aquellos combates se hicieron capturas masivas de prisioneros que, cuando pertenecían a un clan especialmente hostil, eran enviados a Guantánamo. A donde fueron a parar terroristas, sospechosos de terrorismo y muchos adolescentes atrapados con las armas en la mano que apenas sabían que iban a la guerra porque les dijeron que así lo quería Dios.

Estos adolescentes -como aquel canadiense quinceañero a quien se lo llevó el majadero de su padre junto a Bin Laden- han estado siete años en Guantánamo, encerrados, aislados y sometidos a desquiciantes interrogatorios por especialistas en romper los más básicos recursos de resistencia psíquica. Atrapados en una redada, sin acusación ni consideración de prisioneros de guerra. Claro que tanto Obama como McCain se proponen acabar con semejante aberración. Así que no es improbable que, del infernal limbo, sean liberados y devueltos a su país.

Durante siete años esos presos han tenido tiempo para alimentar el rencor contra nuestro sistema. En su tierra igual les habrían cortado la cabeza, pero allí sabían que jugaban con sus reglas, con sus familiares códigos de honor y venganza. Los suyos. Y ahora tenemos que los presos son devueltos a un país en guerra, donde los talibán vuelven a levantar cabeza. Libres, con una insoportable carga de rencor a cuestas y, a su lado, el compadre talibán.

Nuestras peteneras bien podrían acabar con aquel muchacho atónito convertido en terrorista hecho y derecho. Carne de Al Qaida. De forma que en las últimas líneas de esta fábula idiota, aún habría quién dijese: «¿Veis cómo tenía sentido que fuese encerrado en Guantánamo, de donde nunca debió ser liberado? ¿Veis cómo habíamos adivinado que ese muchacho nació para terrorista?»

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