The Problem Is Weapons

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Miguel Carbonell

El problema son las armas

06 de septiembre de 2008

Uno de los problemas más importantes en la lucha de México contra el crimen son los miles de armas en manos de los delincuentes. Genaro García Luna se quejaba hace poco de que la policía tenía que enfrentar a bandas que poseían cientos de “cuernos de chivo” (rifles AK-47). El problema empeora dada la cercanía con EU y la corrupción en nuestras aduanas. A eso se suman las armas registradas ante la Sedena que están en manos de particulares pero cuyo uso es imposible de controlar por completo.

La disponibilidad de armas para los cárteles proviene, en buena medida, de la ligereza con que en EU se regula su compraventa. En Texas y otros cinco estados no hay un requisito mínimo de edad para comprar un arma; en 43 no se requiere una autorización, licencia o permiso especial; en 46 no hay límite al número de armas que una persona puede comprar; cuatro han establecido que una misma persona puede comprar sólo un arma al mes como medida para prevenir el tráfico ilegal de armamento. El resultado de esta regulación insensata es que la población tiene 65 millones de pistolas y revólveres y 39% de los hogares tiene un rifle. Eso explica que cada año se reporten 130 mil heridos por arma de fuego.

Los defensores de las armas esgrimen en su favor la Segunda Enmienda de la Constitución , que prevé el derecho de toda persona a poseer armas, pero muchos teóricos han señalado el desfase histórico de tal enmienda y la han calificado como el contenido más vergonzante de toda la Constitución.

La pregunta que nos interesa en México tiene que ver con el número de armas que se venden en EU y terminan en manos del crimen. Seguramente suman cientos de miles al año, sin contar las exportaciones legales de EU que le reportaron ingresos por 18 mil millones de dólares en 2004. Estas cifras manifiestan que la cooperación contra el crimen entre EU y México debe comenzar por supervisar el mercado de armas de EU y vigilar los pasos fronterizos mexicanos. Si no, va a ser muy difícil que las autoridades mexicanas se puedan imponer a las mafias del tráfico de drogas, personas, armas y el secuestro.

La cantidad de armas que circula en México supone el mayor desafío para nuestra seguridad. En las grandes ciudades una persona acude a un banco y se topa con policías armados. Afuera de ciertos restaurantes hay guardaespaldas y choferes armados. Muchas personas guardan en sus hogares o cargan en sus vehículos armas de todo tipo. Y a eso hay que sumar las armas que tiene la delincuencia. Es una mezcla peligrosa que estalla cotidianamente en perjuicio de cientos de personas.

La mejor manera de combatir el crimen pasa por dotar de mejor armamento a nuestras policías, pero también por impedir que los criminales se alleguen de las armas necesarias para cometer delitos. Hay que invertir en tareas de inteligencia que impidan el tráfico de armamento y limiten el enorme mercado clandestino que existe en la actualidad.

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