Crisis and Prejudice

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La crisis financiera podría devolverles la presidencia a los demócratas en Estados Unidos. La situación económica siempre ha sido el mejor indicador para predecir la reelección o el cambio de partido en la Casa Blanca. Por eso, era inexplicable que los candidatos estuvieran durante varias semanas empatados en los sondeos. Los errores de cálculo y las decisiones estratégicas estaban pesando más que la situación económica en la elección. Después del reconocimiento de la crisis y del plan de salvamento propuesto por el gobierno Bush, todas las encuestas están dando como ganador a Obama.

Los demócratas y republicanos más radicales se pronunciaron en contra del plan de rescate y a los líderes del Congreso no les fue fácil lograr su aprobación. A los republicanos fundamentalistas les parecía una intromisión inadecuada del gobierno en el mercado, y a los demócratas más críticos les parecía el colmo que se utilizaran los recursos públicos para tirarles un salvavidas a los ricos e irresponsables de Wall Street. Unos y otros abogaban por que se quebraran los codiciosos banqueros y que el sector fuera rescatado solo por millonarios como Warren Buffet, que antes de conocer los detalles del plan invirtió miles de millones de dólares comprando a un precio muy favorable la tradicional firma Goldman Sachs. Los académicos apoyaron el plan de salvamento, así como los candidatos a la presidencia, pero la reacción de los mercados mundiales parece mostrar que el rescate es solo el comienzo para lograr la estabilización de un paciente muy delicado.

Aunque los expertos atribuyen la crisis a las políticas de desregulación de Greenspan, antiguo director del Banco de la Reserva Federal, esta le resultó imparable al actual director Bernanke, un académico muy respetado. Como bien lo decía hace unas semanas Greg Mankiw, profesor de economía de Harvard y antiguo jefe del Consejo de Economistas de Bush, la necesidad de control y regulación del sector financiero hace rato la están pidiendo los tecnócratas de los gobiernos demócrata y republicano y a ella se han opuesto sistemáticamente los políticos tradicionales que reciben apoyo del sector en mención. Se refirió específicamente a Chris Dodd y a Barney Frank, ambos demócratas y presidentes de los Comités Financieros y Bancarios del Congreso. Uno y otro no solo han recibido cuantiosos apoyos para sus campañas de las entidades de préstamo para vivienda Freddie Mac y Fannie Mae, sino que el senador Dodd ha sido beneficiario personal de créditos blandos.

El 4 de noviembre, los votantes, enfrentados a la peor situación económica y con una guerra extraña y distante que los llena de miedo y los está desgastando, tendrán que escoger entre un afroamericano y una mujer. Los debates no sirvieron para definir a indecisos sino más bien para asegurarse de que los “inexpertos” Obama y Palin no se rajarían en caso de llegar a la Casa Blanca.

Si las tendencias de las encuestas se mantienen, un presidente de color llegará por primera vez a la Oficina Oval, siempre y cuando no se dé la frecuente discrepancia entre la opinión de los votantes en los sondeos y los resultados electorales cuando se enfrenta un candidato blanco a uno negro. El efecto Bradley se refiere a la tendencia de parte de los votantes -blancos y negros- de decir que están indecisos o que muy probablemente votarán por el candidato afroamericano y el día de las elecciones votan por su oponente.

Es posible que blancos, negros y jóvenes prefieran a Obama, hombre joven y atlético criado por una madre y unos abuelos blancos que recibió la mejor educación que se pueda soñar en Estados Unidos y no se arriesguen con la posibilidad de que sea una mujer como Sarah Palin, quien eventualmente los gobierne. En las primarias demócratas, el efecto Bradley no se dio, pues fue más poderoso el hecho de que el principal contendor del afroamericano fuera una mujer con más experiencia que él e igual educación formal.

Lo que definirá finalmente la elección será la situación económica y los prejuicios de los votantes estadounidenses.

* Ex secretaria de Gobierno de Bogotá

Alicia Eugenia Silva N. *

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