Al Qaeda Attacks Obama

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De “negro doméstico” motejó Ayman al Zawahiri, el segundo al mando de Al Qaeda, a Barack Obama. La organización yihadista, que emplea el método terrorista para el logro de sus objetivos, busca presentar al Presidente electo de Estados Unidos como un “niño de los mandados” de los blancos. Pretende de esta manera alertar a ciertas comunidades musulmanas y negras sobre lo que los integristas perciben como una continuidad de las políticas de Washington.

Dado que un número considerable de los negros norteamericanos han adoptado el Islam como su religión, Zawahiri apeló a uno de los íconos de la comunidad afroamericana: dijo que Obama “era el absoluto contrario de los negros americanos” como el recordado Malcolm X que, en la década de los ’60, luchó por la emancipación de la gente de color. Acto seguido, el líder de Al Qaeda le recordó lo que le espera en el campo de batalla: “Usted ha llegado a la Presidencia con una pesada herencia de fracasos y crímenes. Una derrota en Irak que usted ya ha admitido, y un fracaso en Afganistán que los comandantes de su Ejército reconocen”.

Anticipando la anunciada estrategia de retirar tropas de Irak para concentrar los esfuerzos en Afganistán, el mando yihadista le advierte con su lenguaje fantasioso: “Tenga presente que los perros de Afganistán encuentran deliciosa la carne de sus soldados, así es que mande miles y miles de ellos”.

El entusiasmo internacional despertado por la elección de Obama ha alcanzado el Medio Oriente y ello preocupa a los yihadistas. Numerosos líderes políticos de la convulsionada región han manifestado su optimismo ante lo que consideran el fin de un capítulo de inmovilismo. A cambio esperan nuevas iniciativas que permitan implementar los ya diseñados planes de paz con sus respectivas hojas de ruta. Las esperanzas de cambio han recibido un temprano impulso con el esperado anuncio del cierre de la base-penal de Guantánamo y el fin de las cárceles secretas de la CIA, que marcan ya un viraje en relación al Gobierno del Presidente George W. Bush.

Así como Obama acusó al candidato republicano John McCain de ser continuador de Bush, ahora Zawahiri le imputa ese rol: “América ha puesto un nuevo rostro pero su corazón está lleno de odio, con su mente embebida en la ambición, con un espíritu que esparce la maldad, el crimen, la represión y el despotismo siguen siendo los mismos”. Pero pese a todas las descalificaciones incluso Zawahiri intuye que algo ha cambiado: “El Gobierno de Bush no ha conseguido nada y ahora trasfiere el desastre norteamericano con sus predicamentos a su sucesor. Pero el pueblo americano, al elegir a Obama, ha declarado sus ansiedades y temores sobre el futuro en que las políticas de Bush y sus afines pueden conducir”.

Como era de esperar en un fanático religioso, Zawahiri se explaya sobre las creencias de Obama aunque lo hace sin fundamento alguno. En primer lugar, lo acusa de haber abandonado la fe islámica: “Usted es el hijo de un padre musulmán pero usted eligió cerrar filas con los enemigos del Islam, rezar el rezo de los judíos, pese que usted se dice cristiano para trepar por los peldaños de liderazgo de Estados Unidos”.

En rigor, Obama jamás profesó el islamismo, en una oportunidad visitó una sinagoga y oró con el gorro ceremonial judío y su condición de cristiano jamás ha sido desmentida. La airada reacción de Al Qaeda es un síntoma del temor que sienten aquellos que han basado su proselitismo y accionar en la polarización de los conflictos.

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