La victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales ha suscitado un renovado interés en España por Estados Unidos. Como han manifestado ya líderes políticos de distintas tendencias y responsables de política exterior, la victoria de Obama podría representar una intensificación y un estrechamiento de los importantes vínculos que ya unen a España con la gran nación norteamericana.
Estados Unidos
A FONDO
Capital: Washington. Gobierno: República Federal. Población: 303,824,640 (est. 2008) España
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Capital: Madrid. Gobierno: Monarquía Constitucional. Población: 40,491,052 (est. 2008)
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¿Lazos transatlánticos? Una historia común, millones de hispanos, muchas inversiones y flujos universitarios
En el ámbito de la sociedad civil, una de las instituciones que ha desarrollado un mayor esfuerzo por reforzar esos vínculos ha sido la Fundación Consejo España-Estados Unidos (y su contraparte americana, el US-Spain Council). Fundada en 1997, e integrada en su mayor parte por representantes de empresas españolas con importante presencia en EE UU, en el Patronato de la Fundación también participa el mundo de la cultura, la Universidad, los partidos políticos mayoritarios y la Administración. Intentando precisamente coordinar las iniciativas de la empresa privada y de la Administración, la Fundación Consejo España-Estados Unidos ha conseguido impulsar la cooperación entre los dos países en esos distintos terrenos, y ha desarrollado programas para la mejora de las respectivas imágenes y ha fomentado también la relación entre España y la importante comunidad norteamericana de origen hispano.
Son muchos los vínculos que unen a ambos países, de los que no siempre somos conscientes, y de los que me gustaría destacar tres en particular. En primer lugar, aunque no haya penetrado suficientemente en la memoria colectiva en ambos lados del Atlántico, la larga historia de nuestros lazos comunes. Un hecho trascendental como la importante ayuda española al proceso de independencia de EE UUmuestra que nuestra afinidad comienza en los primeros días de la Revolución americana. Las relaciones personales entre Washington y Diego María Gardoqui, o las de Benjamin Franklin y el Conde de Aranda, fueron esenciales, como también fue decisiva la acción militar de Bernardo de Gálvez en Pensacola, o la estancia en Madrid de uno de los Padres Fundadores de la República estadounidense, John Jay.
La asistencia financiera y militar que España concedió a la joven República, después ignorada y hasta quizás intencionadamente oscurecida por otros acontecimientos históricos de signo negativo, constituye un importante hito en la historia compartida que merece ser puesto de relieve.
A esta ayuda a la independencia se suma la profunda huella espiritual y material que ha dejado España en todo el Sudoeste de EE UU y que hoy en día enlaza con la implantación de nuestra lengua y nuestras costumbres por parte de la numerosa población de origen hispano. Estados Unidos es hoy el segundo país del mundo de población hispana, después de México y por encima de la propia España. Para conseguir un mejor entendimiento y una imagen más relevante de nuestro país en EE UU, resulta esencial el recuperar nuestras raíces históricas culturales comunes.
Por cierto, las recientes elecciones han puesto de manifiesto el enorme peso electoral y político de la comunidad norteamericana de origen hispano. El estrechamiento de las relaciones con la comunidad norteamericana de origen hispano tiene que constituir uno de los principales ejes para nuestras relaciones bilaterales.
En segundo lugar, no podemos dejar de subrayar que en los últimos 10 años se ha producido una auténtica transformación de los vínculos económicos y empresariales entre ambos países.
Es muy conocido el peso histórico de las empresas norteamericanas en la economía española, de la que ha sido tradicionalmente el primer inversor extranjero. Pero se conoce menos que en los últimos años España ha estado también en cabeza de los inversores extranjeros en EE UU, con un total de 35.000 millones de dólares, en sectores tan relevantes y visibles como la energía, la siderurgia, la industria alimentaria, las concesiones de transporte o la banca. Por sólo mencionar un caso concreto, en Estados tan importantes como Illinois, Pensilvania, Colorado, Kentucky o Tejas son ya miles los ciudadanos norteamericanos que trabajan para empresas españolas. Esto ha situado la relación económica y empresarial ante un panorama nuevo, más rico, más estrecho, y con mayor igualdad que en el pasado, y en el que ambas partes reconocemos que es mucho lo que podemos aprender del otro.
Y en tercer lugar, y muy en particular, quisiera destacar los vínculos educativos, en los que participan los protagonistas del futuro de nuestras relaciones. Este interés por aprender del otro va en aumento. Todos sabemos que muchos estudiantes españoles aspiran a ingresar en las universidades norteamericanas, pero no es muy conocido que España es el segundo país del mundo, tras el Reino Unido, que eligen los estudiantes norteamericanos para sus estudios en el extranjero.
Debemos aprovechar la nueva etapa que ahora se abre con la Administración Obama. La sociedad civil española (empresa, Universidad, fuerzas sociales), que comparte con la norteamericana valores comunes de democracia, igualdad de oportunidades, libertad y progreso, se beneficiará, sin duda, de la consolidación de las relaciones entre España y Estados Unidos. Éste es un objetivo prioritario para todos nosotros.
José Ignacio Goirigolzarri es consejero delegado del BBVA y presidente de la Fundación Consejo España-Estados Unidos.
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