The Black Aristocracy

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La aristocracia morena

Algunos están creyendo que Obama es el sucesor de Luther King y que en la presidencia tratará de reivindicar la condición de la raza negra.

Es decir, lo asimilan a un líder que lucha por los derechos de su etnia, sin tener en cuenta otras motivaciones.

Nada más alejado de la realidad que esa presunción, pues Obama no se siente heredero de una raza, sino que es el resultado de una combinación de razas que lo enderezan hacia uno u otro lado, casi en igualdad de condiciones, pues tanta importancia tienen para él el aporte de su madre blanca, como el de su padre negro.

Bien lejos está en él esa intención de liderazgo con base en esta condición.

Se trata más bien de la consolidación de una aristocracia nueva, paralela a la blanca, que busca afianzarse como centro de poder y dejar a un lado otras consideraciones.

Obama es un aristócrata metido en un pellejo moreno y que tiene unas maneras que son el producto de una educación esmerada, unido eso a una cultura abonada por las mejores universidades, con un pensamiento que, con mucha ligereza, se ha llamado de izquierda, pero que refleja apenas el pensamiento tradicional del Partido Demócrata, que sería mucho decir que es de izquierda.

Quizá por ser la expresión de ese complejo norteamericano que siempre ha mantenido una línea muy de derecha y que solo los matices vienen a definir los límites entre demócratas y republicanos, se pueda darles una connotación de izquierda a los demócratas, porque, si lo vemos a contraluz de la política europea, Estados Unidos nunca ha salido de una derecha que le da cabida a un mayor control de la economía por parte del Estado durante los regímenes demócratas, Estado que al regresar al campo republicano se aleja de ese modelo. Pero no más.

Los demócratas no han tendido hacia el socialismo. ¿Cuándo en los gobiernos demócratas se han nacionalizado empresas, como lo hicieron los laboristas en Inglaterra o trató de hacerlo Mitterrand?

Siempre se ha jugado al lado de la empresa privada, con menos o más controles, pero siempre con la empresa privada.

Así que Obama no va a nacionalizar empresas, ni a luchar por los derechos de la negritud, ni a iniciar una lucha de clases al estilo marxista. Solo tratará de hacer un buen gobierno dentro de la línea tradicional de su partido y a enquistarse en esos grupos privilegiados, como los Kennedy y ahora los Clinton y crear así una aristocracia de color.

Su esposa no tiene el talante de la esposa de Ortega en Nicaragua, ni siquiera el ánimo pendenciero de Cristina Kirchner. Busca, en cambio, vestirse como Jacqueline Kennedy, dentro de esos patrones de elegancia neoyorquina, y demostrar, además, una solvencia intelectual cultivada también en buenas universidades.

Ellos buscan como pareja la versión en color de los Kennedy, uno de los paradigmas de la sociedad norteamericana, así como los argentinos viven soñando con repetir la versión de Perón y de Evita.

Todo está encuadrado, pues, dentro del orden tradicional de los Estados Unidos, y la llegada de los Obama al poder no va a significar una revolución, como muchos periodista han querido presentarlo.

Es tal la euforia, que algún periodista español ‘El País’ ya habla del gran Presidente que ha sido Obama, cuando ni siquiera se ha posesionado.

La señora de Obama tampoco es una Evita Perón, que lucha por los descamisados de los Estados Unidos, que bastantes los hay. Es una abogada brillante, dispuesta a labrarse una carrera política al lado de su marido, dentro de los cánones de una aristocracia del poder teñida de negro. Pero no más.

Las grandes expectativas que han generado los Obama los han disparado a nivel mundial y ya los ven logrando la solución del problema de Irak y de Afganistán y liquidando el lío de Oriente Medio entre palestinos y judíos.

Cuando lo que le toca es jugar el papel de Roosevelt, para recuperar la economía y demostrar que los Estados Unidos aún cuentan dentro del juego del poder y no van a ser avasallados por los poderes emergentes de China, India y aun la Unión Europea.

Como los Estados Unidos no tuvieron monarquía, ni la estructura de clases de tipo europeo, en donde la aristocracia hubiera jugado un papel importante, se trata de irla formando, pero ya dentro de los patrones de la nueva burguesía. A eso juegan los Obama.

Raúl Pacheco

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