President Obama, Tear Down This Wall!

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Una vez exigencia estadunidense ante el Muro de Berlín, esa debe ser ahora la demanda del presidente Felipe Calderón en su reunión con el presidente electo de Estados Unidos Barack Obama este lunes 12 de enero en Washington, a fin de que sea destruido el malhadado doble muro que construyó ese país en 1,126 kilómetros de los 3,174 kilómetros de la frontera con México, y que desde octubre de 2006 envenena las relaciones entre los dos países.

Como escribí en estas páginas hace dos años, ese muro “no tiene ninguna justificación entre dos países amigos amantes de la libertad, que se respetan entre sí, que se oponen al terrorismo en todas sus formas y que creen en las soluciones constructivas y no de fuerza”.

Doble valla de acero de varios metros de alto, complementada con un “muro invisible” de alta tecnología, vehículos aéreos no tripulados, helicópteros, lanchas motorizadas, perros adiestrados, barreras, luces de alta potencia, equipos infrarrojos y de comunicación, así como uniformes blindados y autorización a las policías estatales y locales para aprehender indocumentados. Incluso ahora con la amenaza del secretario saliente de Seguridad Interna de Estados Unidos Michael Chertoff, de enviar fuerzas militares a esa frontera para resguardarla de la violencia criminal de los narcos mexicanos.

Para los migrantes de nuestro país, desafortunadamente, esa frontera se presenta muy violenta también de aquel lado, como resaltó en diciembre pasado, en Arivaca, Arizona, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes: “Tomando en cuenta sólo el cálculo más conservador del número de (migrantes) muertos, el resultado es devastador: en cinco mil 110 días han fallecido cinco mil personas… pero, de acuerdo con las cifras de diversas organizaciones humanitarias, la cantidad es superior a 10 mil víctimas”.

El mismo Calderón, como presidente electo entonces, calificó al muro fronterizo de “grave error” de Estados Unidos, comparable con el muro de Berlín. Por ahora, no ha aparecido específicamente el tema del muro en las declaraciones ni del Presidente ni de funcionarios mexicanos previas a la entrevista Calderón-Obama, quizá por prudencia política, pero no cabe duda que dentro de la tríada de temas en que se basará la agenda del encuentro, seguridad, migración y prosperidad, encaja perfectamente el que una de las exigencias principales del presidente mexicano sea la de que se derribe el vergonzoso muro fronterizo.

El presidente Calderón podrá simplemente recordar al presidente Obama que las más altas autoridades de México y Estados Unidos se han venido comprometiendo desde hace varios lustros, con el “Espíritu de Houston”, el TLCAN, la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte, a una redefinición constructiva de las relaciones entre ambos países, y en particular, respecto a la frontera entre ambas naciones. Incluso con el presidente que mandó construir el muro, George W. Bush, pues cuando éste tuvo en Mérida su primera entrevista oficial con el presidente Calderón (marzo de 2007), ambos convinieron en su comunicado conjunto que: “El manejo de la frontera entre México y Estados Unidos es una responsabilidad compartida. Nuestra lucha común en contra del crimen organizado deberá estar acompañada por acciones de cooperación en otras áreas que promuevan igualmente la seguridad, la prosperidad y el bienestar de las comunidades fronterizas”.

También: “Ambos presidentes reconocieron que la migración a lo largo de la frontera que compartimos, vincula estrechamente a los dos países, implica una responsabilidad compartida y representa uno de los asuntos más críticos para el futuro bienestar de nuestros ciudadanos. Al respecto, subrayaron la necesidad de propiciar inversiones productivas que se orienten a la creación en México de más empleos, y mejor pagados, como un componente esencial en cualquier estrategia integral para abordar este fenómeno, y coincidieron en la necesidad de continuar impulsando un enfoque integral para una reforma de la inmigración”.

El muro compromete seriamente el medio ambiente y la preservación de especies animales y vegetales, pues ha echado a la basura muchas leyes ambientales y de conservación de tierras de Estados Unidos. Pues bien, en Mérida, Calderón y Bush acordaron: “Al reconocer que la región fronteriza abarca una gran diversidad de entornos naturales y especies endémicas, los presidentes destacaron la necesidad de continuar con los esfuerzos para proteger, a través de la cooperación binacional, los recursos naturales que ambas naciones compartimos, incluyendo el aire y el agua”.

Así, en la reunión del presidente Calderón con el presidente electo Obama no puede ser menor el alcance que se otorgue a las relaciones entre México y Estados Unidos. Sin necesidad de esa especie de reverencia ante el poderoso que muestran algunos declarantes de que la entrevista de Obama con Calderón sea “una distinción”, un “reconocimiento” (no sin las altas expectativas de la interpretación del presidente Calderón de que “nuestra comunidad mexicana en el exterior fue clave en la elección del presidente Obama”). No, simplemente que México y Estados Unidos, estratégicos uno al otro, aunque por supuesto no en la misma medida, que comparten importante valores como la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos, deciden relacionarse cooperativa y constructivamente a fin de resolver los retos que enfrentan actualmente, en particular la muy grave situación económica.

Pero un infamante muro en su frontera común es totalmente incompatible con esa visión.

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