Obama: A Change in Direction?

Edited by Louis Standish

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¿Qué implicaciones tendrá el advenimiento de Obama en la política de su país hacia América Latina? En un escenario tan conflictivo, pocos son los temas que a Washington le interesan de manera inmediata vinculados con la región.

Uno de ellos es el narcotráfico. Su combate es política de Estado. El norte de Sudamérica, Colombia en particular, es clave en su estrategia. Su posición no variará y aunque podría flexibilizar las exigencias para la renovación de la Atpdea. Ecuador tiene un excelente récord en esta materia y lo ha hecho por convicción, no por imposición.

Otro es el “terrorismo” donde hay sin duda divergencias conceptuales. Para América Latina los movimientos irregulares, sobre todo en Colombia, no son considerados terroristas, lo cual no quiere decir tolerancia con ellos. A pesar de esa divergencia, Washington podrá contar con el apoyo del continente dentro del respeto a los principios del Derecho Internacional.

La migración es tema muy sensible y que toca a muchos países de la región. El más importante: México, su vecino. Obama tiene ahí un espacio de acercamiento a Latinoamérica sincerando la situación de millones de irregulares que trabajan en EE.UU. ¿Hasta dónde irá ese paso?

¿Como se manejará con Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y con los vientos de izquierda más o menos radical que soplan en la región? Aunque no se pueda generalizar, pues cada uno tiene sus características, no habrá cambio sustancial inmediato a pesar de que si cumple el ofrecimiento de extender la mano a los adversarios en espera de que estos abran el puño, podría haber sorpresas.

Cuba es un caso emblemático. No habrán modificaciones espectaculares enseguida. Se flexibilizarán los viajes a la Isla y el envío de remesas pero, por ahora, nada de levantar el embargo, peor normalizar las relaciones. Pero tengo la impresión de que ambos países, en un mediano plazo, tienen ganas de hacerlo. El mundo ha cambiado y Obama y Raúl Castro lo saben.

En todo caso, América Latina no debe limitarse a especular sobre lo que Obama pueda hacer respecto de la región sino lo que nosotros podemos, de manera proactiva, desde América Latina, plantear en función de nuestros intereses ante esta oportunidad que se abre con un Presidente distante de los postulados de su antecesor.

En otras palabras, tomar la iniciativa y no esperar que la agenda nos venga diseñada desde los EE.UU.; decir lo que nos preocupa con franqueza y con disposición a colaborar.

Muchos tenemos la impresión de que con Obama hay la esperanza de que las cosas cambien para bien en el convulsionado mundo en que vivimos. Que no falten, por nosotros y en función de nuestros intereses, propuestas concretas para mejorar la relación con EE.UU.

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