The U.S. Army

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Bienvenido Mr. Gates

“EU ofrece su ejército a México contra el narco”, dice la nota principal de La Crónica del lunes pasado. ¿De cuándo acá tan ofrecidos? En el curso de una entrevista para la NBC, el secretario de la Defensa de la administración Obama, Roberto Gates, que curiosamente es el mismo del gobierno de Bush, dijo que están dispuestos a ayudarnos más que en el pasado. “Algunos viejos prejuicios contra la cooperación entre militares de ambos países se han hecho a un lado”, agregó.

Se dirá que están anclados en el pasado, pero muchos mexicanos todavía conservan viejos prejuicios contra las acciones y las intenciones del ejército norteamericano, cuya pésima fama a nivel mundial no es gratuita ni brotó por generación espontánea. Es consecuencia de incontables experiencias amargas en todos los rincones del planeta.

La situación en la frontera común es de alto riesgo. La violencia de las bandas del crimen organizado, dedicadas fundamentalmente, pero no de manera exclusiva, al trasiego de drogas, está fuera de control. Es complicado incluso llevar una relación puntual de las ejecuciones. La situación es dramática y no ganamos nada con negarlo. Pero antes de abrir las puertas a un ejército extranjero, es necesario conocer el grado de responsabilidad de los norteamericanos para llegar a este punto de deterioro. No sería la primera vez que crean un problema para después ofrecerse a solucionarlo; enviando a los infantes de marina por delante.

La corresponsabilidad de EU está a la vista. Por principio de cuentas son los drogadictos, los que consumen las drogas que venden los cárteles mexicanos. Toneladas de estupefacientes, mariguana, cocaína, heroína, pastillas sicotrópicas, circulan cotidianamente por calles y freeways de la Unión América. Todo mundo le ha entrado. Incluso Barack. La droga entra en cantidades industriales a territorio norteamericano porque la dejan pasar. En eso no hay vuelta de hoja. A los gringos también debemos achacarle el intimidante poder de fuego de los pistoleros mexicanos, que tienen a su disposición, en Texas o Arizona, todas las armas que el dinero puede comprar. Armas con las que matan a nuestros soldados y policías. ¿El gobierno norteamericano ha mostrado un compromiso real por abatir la demanda de droga y detener el tráfico de armas? Claro que no. Mención aparte merece el dinero de los negocios del narco que circula alegremente por los circuitos financieros del vecino país.

Comando Norte en Monterrey

Lo cierto es que los estrategas del Pentágono no están interesados en el asunto de las drogas. Ellos están concentrados en el tema de la seguridad nacional. Lo que les interesa es, aprovechando la debilidad del Estado mexicano expuesto ante el mundo como organismo fallido por la violencia de los narcos, asumir el control para conformar una zona preventiva de contención en su frontera sur. Quieren poner cuarteles del Comando Norte en Tijuana, Juárez, Reynosa y, por qué no, también en Monterrey, que tendrían la fachada de oficinas antinarcóticos, pero cuya verdadera tarea sería proteger a los Estados Unidos de sus múltiples enemigos internacionales.

Genera suspicacias que no puedan liberar los pequeños recursos comprometidos en el Plan Mérida y ya quieran echarnos montón. Por qué no dejamos para el final el tema de los marines y comenzamos con otros aspectos, como el consumo, la venta de armas y el lavado de dinero. Podrían explicarnos ¿cómo es posible que la droga se interne en su territorio y llegue a los condados más apartados de todos los estados, incluyendo Alaska? ¿Los soldados norteamericanos ya operan en Colombia, lo que no ha detenido el flujo de cocaína de ese país hacia México; pasará lo mismo cuando sus efectivos tomen posiciones en, digamos, Matamoros?

Policía binacional

Propongo que se retome el proyecto presentado por Alberto Cárdenas, actual secretario de Agricultura, durante la pasada campaña interna del PAN a la Presidencia, relativo a conformar una policía binacional. Un cuerpo que opere con mandos unificados a lo largo de franja fronteriza, cada quien de su lado del río, pero con un intercambio de información permanente, en tiempo real. La fortaleza de la policía binacional no serían las armas, sino el uso intensivo de tecnología de última generación destinada a evitar el paso de drogas, dinero, armas y lograr la captura de los sicarios. Sería factible instrumentarla en corto plazo, siempre y cuando existiera un interés real en acabar con el tráfico de drogas. Pero ése, por desgracia, no es el punto.

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