Obama, New and Powerful Agent of Change

Edited by Robin Silberman


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El 20 de enero del presente año asumió como Presidente de los EE.UU., Barack Hussein Obama. Con su acceso al frente de la más grande potencia mundial se produjo una verdadera revolución que se acentúa, aún más, si se tiene en cuenta que su esposa Michelle es descendiente directa de esclavos norteamericanos.

Pocos países en el planeta pueden testimoniar una movilidad social tan significativa. La popularidad de Obama surge espontánea y profundamente en todos los puntos del globo que ha visitado, que son muchos. Es que la gente de todos los credos e ideologías reconoce en él a un exponente válido de los cambios que se producen, o que se anhela se produzcan, sobre la faz de la Tierra.

El tiempo dirá si Obama está o no capacitado para enfrentar los difíciles desafíos que tiene en su agenda, porque una cosa es tener probados atributos para captar la entusiasta adhesión de un electorado y otra, muy distinta, es demostrar condiciones de estadista y de liderazgo en una escala que abarca la totalidad de este intrincado planeta en el que vivimos.

Veamos, pues, algunos de esos desafíos.

En primer lugar, sin duda, la grave crisis financiera que ha adquirido características de fenómeno globalizado. Se han cuestionado los fundamentos mismos del sistema capitalista, el papel del Estado y se han deteriorado las relaciones comerciales entre multitud de países y provocado el cierre de miles de fábricas, empresas y bancos, arrojado en el desempleo a millones y millones de obreros y desarticulado Estados y sociedades. Es verdad que, como dice el adagio, siempre que ha llovido, ha parado. Pero, ¿cómo emergerá el mundo después de esta tremenda experiencia?

Todas las miradas se dirigen hacia Obama, el nuevo y poderoso agente de cambio. En medio de esta crítica situación, Israel declara que no está atado a los acuerdos de Annápolis sobre la creación de un Estado palestino junto a uno israelí, ambos en paz y respetuosos entre sí, solución que EE.UU., proclamó reiteradamente. El responsable de la precedente declaración, el ministro de RR.EE., Lieberman, agregó más leña al fuego al descartar que Israel devuelva las alturas del Golan a Siria.

Estas actitudes intransigentes -opuestas a resoluciones de la ONU- provocaron un rechazo generalizado. Incluso en Israel, la ex ministra Livni las condena y pide que su gobierno desautorice a Lieberman por estimar que daña la imagen y los intereses de su país. ¿Es que no se puede cortar la fatídica cadena de protestas, atentados, respuestas, venganzas, represiones y así sucesivamente?

Obama tiene ante sí una tarea harto dificultosa. Algo debo hacer -y pronto- aunque nadie, ni aún en su equipo, se hace muchas ilusiones al respecto.

No se olvide que el meollo del Medio y Cercano Oriente se integra, también, con un Irak quizás en vías de normalización, un Irán integrante, aún del “eje del mal” y un Afganistán que se debate en medio de una guerra interna y contra el extranjero occidental.

El nuevo presidente norteamericano, desde Turquía, lanzó mensajes de amistad y de comprensión hacia el Islam, fuente de religión y de cultura importantísimas.

Otro dolor de cabeza, potencial o real: la puesta en órbita de un presunto satélite de comunicaciones por parte de Corea del Norte. ¿Es tan sólo eso o en un ensayo misilístico que puede convertirse en un arma intercontinental? Creemos que en este caso China gravitará decisivamente.

Por último, ¿qué significará la presidencia de Obama para América Latina?

Lula da Silva, el primer mandatario latinoamericano en visitar a su colega norteamericano, habló claramente: queremos asociación, no injerencia y queremos colaboración, no intromisión.

Además -¿por qué puso el dedo en la llaga?- bregó por una aproximación de EE.UU., a la Venezuela de Chávez, a la Cuba de los Castro y a la Bolivia de Morales…

¿No suena como un poco irreal la demanda del líder brasileño, que ya se perfila, legítimamente, como un interlocutor válido de América Latina ante EE.UU., y como la voz respetable de una nación emergente ante los países más desarrollados?

La partida, pues, recién empieza. Le corresponde a Obama mover sus piezas. El mundo está expectante.

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