Obama Doesn't Dare

<--

Obama no se atreve

Joseph Stiglitz y Paul Krugman le reprochan al presidente Barack Obama el andarse con rodeos y pañitos de agua caliente. No otra cosa recitan sus versos juglares -ambos premios Nobel de economía- que van de columna en columna de opinión comentando los acontecimientos de estos tiempos y cantando que el tiempo se está comiendo a Obama. El tiempo por tardanza.

El problema es muy sencillo. Se trata del poder financiero en bancarrota; pero poder que multiplicó por veinte sus músculos de dominación en estos últimos veinte años de liberación de la banca y del sistema financiero, con banderas que flameaban al viento.

Resulta entonces que al final de un pujante y prolongado ciclo de la construcción, se encontraron los bancos con una importante proporción de “activos tóxicos”, que no son otra cosa que deudas por cobrar, pero incobrables porque el valor de las hipotecas se volvió superior al valor de los inmuebles.

Si los bancos hipotecarios convirtieron esos activos en bonos para vendérselos a otros bancos y financistas y así recaudar nuevos fondos y repetir otra tanda de préstamos, es porque esos bonos eran muy atractivos. En efecto, el rendimiento de los intereses era muy elevado, aunque prestado a gentes de bajos ingresos. Cuando el ciclo de la construcción fenece y las casas invendidas aumentan y los precios se caen, entonces las hipotecas valen más que los inmuebles. Esos bonos ya no valen y entonces los activos se desvalorizan, como cuando a un campesino se le anegan los cultivos.

Obama parece que juega a la sutileza de financiar (a bajos intereses y buenos plazos) a quienes deseen comprar esos activos tóxicos y liberar así a los bancos de su situación de quiebra. Además, no se olvide que esos activos contienen hipotecas que cubren préstamos a gentes de bajos ingresos, pero a altas tasas de interés, que es lo que vuelve atractivos a estos extraños bichos financieros.

Se discute, entonces, si son unos bienes devaluados por debajo de su valor real, porque, en efecto, una parte de las caídas de precios en la Bolsa de Valores es por defectos reales de la mercancía en cuestión (acciones, por ejemplo, de una fábrica en dificultades), pero otra parte la pone el pánico. O, por el contrario, se discute si se trata de unos bonos basura, que, si bien aún son cobrables, el margen de riesgo de que no se paguen es muy grande y entonces hay que proceder a embargar el inmueble y a rematarlo por menor valor.

Obama, sin embargo, ensaya procedimientos para desintoxicar a los bancos y consulta a los mejores desintoxicadores para allegar las mejores fórmulas y más expeditas. En comparación, está como un gobierno colombiano tratando de vender las cosechas anegadas, dando facilidades e incentivos, puesto que lo que se pueda salvar de ellas es aún incierto. Nunca se ha hecho tal cosa.

Obama no se atreve a nacionalizar. Eso significa comprar los bancos a su precio actual y luego capitalizarlos para que arranquen de nuevo a funcionar; pero Obama no se atreve con los todopoderosos. Belisario Betancur aquí en Colombia nacionalizó varios bancos resquebrados en la minicrisis de los 80 sin ser socialista, y Gaviria los reprivatizó sin ser magnate petrolero. Pero eran tiempos en que los gobiernos les daban perrero a los bancos engreídos, desobedientes o irresponsables.

About this publication