The Man Who Did Not Prevail

<--

Michael Jackson fue para el pop lo que Obama para la política. Ningún hombre de color había llegado tan lejos. Ellos habían revolucionado la música del siglo XX, pero los que de verdad vendían millones de discos eran los que les copiaban, como Elvis Presley, los primeros Beatles o los Rolling Stones. Por eso siempre fue un orgullo para los de su raza, aunque para el resto del mundo resultara incomprensible que esto ocurriera con una persona que renegaba del color de su piel.

En cualquier caso, todos asistían conmocionados a la surrealista carrera de un juguete roto. Una trayectoria que cualquier aficionado al psicoanálisis encontraría rápida explicación en la facilidd que tenía su padre para sacar el cinturón y enseñar a los Jackson Five las bases del sacrificio que exige el mundo artístico.

Un precio demasiado alto y que quizás estuvo pagando el resto de su vida. Y eso que desde que dejó a sus hermanos todo fue de maravilla, alcanzando unas cifras de ventas estratosféricas. Los 80 fue su década gloriosa, mientras su nariz se volvía cada vez más fina y su pelo más lacio.

Todos los escándalos que ha protagonizado después no han podido borrar su legado, y eso que parecía esforzarse en ello. Tal y como está la industria, además, lo único seguro es que nunca volverá a repetirse un fenómeno semejante.

About this publication