The Oracle at Washington D.C.

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El diccionario Larousse define como oráculo la respuesta que daban los dioses a las preguntas que les hacían y uno famoso fue el de Delfos en Grecia. También lo define como la voluntad divina anunciada por medio de los profetas.

Regularmente estos mensajes ocurrían en lenguaje enigmático, así que quienes acudían a oráculos, pitonisas y sibilas quedaban igual en misterio.

Colombia, debido a una angustia existencial que sufre respecto a su destino, originada en la inhabilidad para generar dinámicas propias de solución, ha creado una excesiva dependencia de Estados Unidos, al que acude para ayuda material y concesiones que dependen de su voluntad política, que representa en tiempos modernos la voluntad divina.

Así, hemos revivido el culto a los oráculos en su nueva forma: los funcionarios del Gobierno norteamericano, para que nos digan qué va a pasar en el centro de decisiones que es Washington. Y van funcionarios y empresarios nuestros en peregrinación y traemos a otros de allá, en el juego hipócrita de halagos y mentiras. Típico de cuando no se sabe qué hacer y se pretende hacer creer que se está haciendo algo. El encuentro entre los presidentes Uribe y Obama es un clásico ejemplo: cada quien está interpretando los enigmas según su óptica y su polarización, con los caricaturistas haciendo su agosto.

Colombia tiene que hacer tránsito ya a las metodologías modernas del análisis realista y práctico de las tendencias y de los hechos, con el fin de tener los elementos de juicio necesarios para pronosticar, prepararse y decidir.

Las prácticas de prospectiva bien aplicadas permiten conocer qué esperar y de quién. Lo importante para ello es no prospectar con el deseo y con la ilusa expectativa sino con metodologías que hoy tienen el carácter de ciencia del comportamiento humano.

Ni el Gobierno ni los grupos de poder de EE.UU. van a tomar decisiones que no les convengan o en las cuales sus intereses no estén primero, por encima y a la fija.

Pretender obtener ventajas comerciales y apoyos políticos esgrimiento argumentaciones emotivas y retruécanos que a veces parecen lambonería, otras mendicidad y otras recriminación no convencen a un país frío para los negocios y obsesionado por sus intereses nacionales, que ahora no se sabe cuáles son, porque está dividido por la crisis social, cosa que hace que haya diferentes, encontrados y cambiantes criterios, según el oráculo o la deidad que se consulte y cuándo y cómo.

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