When Obama Is Out of Order

Edited by Christie Chu

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ABC anticipaba ayer algo que pudo parecer una exclusiva, pero más bien era voluntad de contar lo que otros prefieren ignorar: Obama afronta problemas serios en su popularidad. En estas páginas se citaba una relevante encuesta de «The Washington Post» y ABC sobre la bloqueada reforma sanitaria, pero el problema va mucho más allá. Obama quiso hacernos creer que en sus cien primeros días iba a hacer unas reformas que emularan las medidas intervencionistas que Franklin Delano Roosevelt pasó en su primera centena. Gracias a Dios, no lo ha conseguido, porque a estas alturas ya somos muchos los que creemos que el mayor causante de la larga duración de la Gran Depresión no fue el crack de 1929 sino las erróneas medidas de Roosevelt a partir de 1933. Como Roosevelt, Obama ha creído que la forma de salir de ésta es regar a casi todos con subsidios, a los que hoy se llama «estímulos». Brillante eufemismo.

Obama y sus aliados del Congreso hicieron pasar en 48 horas una ley de 1.071 páginas en la que se planteaba el programa de estímulos. En términos apocalípticos Obama amenazó con las penas del infierno el pasado 13 de febrero si eso no salía adelante súbito. La minoría republicana no pudo impedirlo. Obama también aseguró que su plan garantizaba la reactivación de la economía. Y tampoco eso se ve. Hoy los demócratas del Congreso están ya convencidos de que la recesión persistirá a pesar del inmenso gasto público para intentar activar la economía. Es más, las trampas del presidente son cada vez más evidentes. Durante meses Obama ha argumentado que las reformas que él proponía para el sistema sanitario, para el energético y el educativo eran herramientas de la reactivación económica. Como estrategia política era brillante. Mas con el paso del tiempo resulta evidente que su estrategia frente a la crisis se resquebraja por la base.

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