ANNA GRAU | CORRESPONSAL EN NUEVA YORK
Cuando Ted Kennedy sea enterrado junto a sus hermanos en el cementerio nacional de Arlington, dejará huérfana la ambiciosa reforma sanitaria que fue su gran proyecto vital y político casi desde que llegó al Senado. Kennedy ocupó la presidencia del Comité de Salud de la Cámara Alta, desde donde trabajó infatigablemente para lograr cobertura sanitaria a los más de 40 millones de ciudadanos estadounidenses que a día de hoy carecen de ella.
Es ésta una batalla titánica. Fue el primer gran fracaso de Hillary Clinton. Obama ha planteado un segundo asalto que, aunque en campaña electoral parecía caer por su propio peso y ser una reivindicación fundamental de las huestes demócratas, a día de hoy es objeto de profundas contradicciones y divisiones. Mientras tanto, los grupos de presión industriales están unidos como una piña contra la reforma. Y lo mismo ocurre con la oposición republicana, en unos casos por sincera convicción antiliberal, en otros simplemente por haber visto en este tema un filón contra el obamismo.
Cooperativas
Los últimos globos sonda dicen que en Washington ya se resignan a no imponer una «opción pública» de salud, y que se limitarían a regular más estrechamente la actividad y la cobertura de las aseguradoras privadas, contraponiendo a éstas apenas unas pálidas cooperativas sin afán de lucro, pero tampoco gubernamentales. Sería un Quijote muy pequeño contra molinos tan grandes, más aún cuando con la muerte de Ted Kennedy, y los graves problemas de salud de otro senador, los demócratas se exponen a perder la mayoría necesaria para pilotar unas mínimas reformas en solitario.
Esto no es lo que quería Obama. Los planes del presidente se han resentido mucho en los últimos meses de la enfermedad de Ted Kennedy, que le han impedido desplegar sus dotes de campeón de la salud pública, así como su incomparable carisma y habilidad negociadora en el Senado. Una de sus últimas proezas fue arrastrarse a votar contra la reducción del servicio Medicaid para los pobres.
¿Habría conseguido algo? ¿O estaban los republicanos demasiado apiñados a la contra? Éste es un secreto que Ted Kennedy se lleva a la tumba…en el que puede ser su último servicio a la causa. Es verdad que con él Obama pierde un aliado. Pero gana un poderoso símbolo. Si la conmoción por su pérdida gana adeptos a la reforma, «el Viejo León Liberal» habrá ganado su gran batalla -lo que él llamó «la causa de mi vida»- después de muerto.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.