Obama Achieves His First Victory in Congress

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A ojos del ciudadano medio y del mundo, Obama ha ido demasiado lento en la fase inaugural de su mandato, cuando se espera que controle la iniciativa

En la misma semana en que se ha cumplido un año desde su elección, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, obtuvo su primer gran triunfo legislativo en el Congreso. En la madrugada del domingo 8 la Cámara de Representantes aprobó por un estrecho margen la reforma de la salud, materia que constituye hoy el principal asunto de su agenda de política interna.

La iniciativa apunta a dotar de cobertura médica a casi 40 millones de personas que no la tienen, haciendo así universal el acceso a esta garantía, a través de un sistema que incluye nuevas y mayores exigencias a los prestadores privados y subsidio estatal. El costo del plan alcanza a 1,1 billones de dólares por los próximos diez años y se financiará con un aumento de impuestos a los ciudadanos más ricos, la reducción de exenciones a empresas y una tasa a la tecnología médica.

En torno a la modificación del régimen sanitario se organiza una de las líneas de fractura más profundas y específicas de EEUU: la contradicción profundamente ideológica entre la función del gobierno federal y la libertad personal y económica. Se trata de una disputa superada en los otros estados desarrollados y en las naciones de “clase media”, como Chile, sobre la base de razones más técnicas y pragmáticas que de principios, pero que en el país del norte escinde a su población en dos campos de ideas.

De hecho, una enmienda parecida a la de Obama ya la intentó a principios de su mandato el ex Presidente Bill Clinton, quien se la encargó a su propia esposa, la hoy secretaria de Estado, Hillary Clinton, pero que terminó estrellándose contra el poderoso lobby industrial médico, farmacéutico y asegurador, y la oposición republicana e incluso del sector más conservador del Partido Demócrata.

Desde luego Obama ha considerado tales lecciones, antecedente que lo ha empujado a aprovechar el impulso de sus primeros meses -antes, además, de la renovación del Congreso el año próximo- y a involucrarse de manera personal en el trámite legislativo: la ratificación del proyecto ocurrió horas después de que el Mandatario se presentara en el Capitolio y demandara apoyo a los representantes, poniendo en juego su base política y su imagen. Con todo, aunque es un avance, la votación supone sólo un primer paso, pues falta el trámite en el Senado y el riesgo de empantanamiento persistirá.

Al Presidente le viene bien esta victoria en el Capitolio. A casi diez meses de haber asumido, su primera gran oferta programática amenazaba encallar, su popularidad ha experimentado una sensible disminución, la economía aún no despega del todo y la reforma de los mercados parece de intensidad menor a la necesaria. A ojos del estadounidense medio, Obama ha ido demasiado lento en la fase todavía inaugural de su mandato, etapa en la que se espera que el inquilino de la Casa Blanca controle la iniciativa. Esta sensación algo desencantada y morosa también domina en el exterior, donde se consolida la percepción de que no le está resultando fácil al Mandatario desmontar la arquitectura belicista, intervencionista y unilateral desplegada por su antecesor.

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