Ya se ha escrito sobre la estrecha relación de la familia Bush con los nazis a inicios del siglo XX, sus turbios negocios y el origen del capital familiar. Esta casta siempre estuvo en la elite estadounidense, debido a su fortuna, influencias, privilegiada membresía en la sociedad secreta Skull and Bones y falta de escrúpulos.
Pero informaciones y pistas relacionan suficientemente los fuertes vínculos corporativos de la familia Bush con Cuba, casi 40 años antes del triunfo de la Revolución en 1959.
Cuba se había convertido en paraíso para las inversiones norteamericanas con la ayuda de gobernantes títeres que se embolsillaban el erario público y recibían altas comisiones por vender nuestra soberanía. En la década del veinte, un grupo de trasnacionales se hicieron dueñas de numerosas propiedades.
El germen del rencor
Es en este escenario que George Herbert Walter, bisabuelo materno de George W. Bush, integrante de la adinerada familia liderada por Prescott Bush, se coloca como director de siete compañías que operaron en Cuba desde 1920. Se dedicaban al azúcar, la destilación de ron y al ferrocarril, que servía de infraestructura. Estas fueron The Cuba Company, The Cuban Railroad, Cuban Dominican Sugar, Barahona Sugar, Cuba Distilling, Sugar Estates of Oriente y Atlantic Fruit and Sugar. Todas ellas se unieron en 1942 en la West Indies Sugar Company, nacionalizada en 1960 por el gobierno revolucionario cubano.
Florecía el negocio de la familia en la década del cuarenta y se fraguaba un fuerte compromiso con otra familia bien pudiente: los Dulles, quienes fungieron como abogados del clan Bush y evitaron con éxito la filtración a la prensa e investigaciones senatoriales sobre los nexos de Prescott Bush con los nazis. Ambas familias a su vez coincidían con un interés en común en Cuba: negocios e inversiones de capital.
Los Dulles (Allen Welsh —ex director de la CIA— y John Foster —ex secretario de Estado—), además de sus intereses en la Unit Fruit Company —que poseía 120 000 hectáreas para el cultivo del azúcar en Cuba—, tenían otros nexos corporativos en nuestro país que los involucran en la preparación del golpe de Estado de Batista. Los Dulles poseían sustanciales vínculos con las compañías interesadas en el níquel cubano y en los negocios que realizaba en Cuba el bufete de Sullivan y Cromwell dedicado al manejo de las finanzas de Wall Street.
En 1953 fallece George H. Walter, pero su hijo de igual nombre (Jr.) y tío de George Bush, fue quien asumió las riendas de las mencionadas siete compañías. Lo prueban varias fuentes, entre ellas el norteamericano Kevin Phillips, quien revela datos de la familia en su libro del 2004 Dinastía Americana: Aristocracia, fortuna y las políticas de engaño en la Casa de los Bush.
Paralelamente, ese propio año, George Bush (padre W. Bush) incursiona en el negocio del petróleo y funda la compañía petrolera Zapata Oil en Houston, Texas, creando a Zapata Offshore como subsidiaria.
Zapata Offshore concentró sus negocios en el Caribe, el Golfo de México y la costa centroaméricana desde finales de la década del cincuenta hasta inicios de los sesenta. En ese periodo participó en el proceso de subastas por los derechos del mineral que el gobierno norteamericano inició en 1954. Ya en 1958, Zapata Offshore firmó un contrato para explotar yacimientos petroleros a 40 millas de Cuba y al norte de Isabela de Sagua, en la provincia de Las Villas. Un negocio truncado también con el triunfo de la Revolución en 1959.
No obstante, eliminada la posibilidad de continuar los negocios e inversiones en Cuba, George Bush —padre— continuó siendo Presidente de Zapata Offshore hasta 1966. En ese periodo la empresa adquirió aún más poder. De 1956 a 1963 ya Zapata Offshore había adquirido cuatro plataformas petroleras: Scorpion, Vinegaroon, Sidewinder y Nola III, que incluía un emplazamiento en el golfo pérsico y contrato en Kuwait.
En medio del alza de sus negocios, George Bush se lanzó en 1964 a la carrera por altos puestos en el gobierno: quiso ser senador y perdió. En 1966 volvió a la carga por un escaño en el Congreso, para lo cual vendió aparentemente la firma a su amigo Robert Gow, miembro igual de la sociedad secreta Skull and Bones” e hijo de un directivo de la United Fruit, para evitar lo que la ley norteamericana denomina “conflicto de intereses. Dicho más claro, cuando un privado se propone acceder a un puesto en el gobierno, pero que en la práctica se trata de una táctica para afianzar los negocios.
De hecho existen registros posteriores de vínculos de negocios entre W. y su hermano Jeb Bush con Robert Gow en compañías que operaron juntos y renombraron, por lo que la continuidad de la historia no queda clara. Llama la atención también que en 1969 Zapata compró acciones de la United Fruit y a partir de ese momento, esta última se convirtió en United Brands.
La pista seguida a Zapata Offshore y su dueño George Bush, ha resultado un misterio por la vinculación de ambos a la CIA, demostrado en documentos desclasificados por los propios servicios secretos norteamericanos. También porque los récords de Zapata fueron destruidos. Una buena parte después de 1960, lo cual se asoció a proteger a George Bush, cuando empezaba su carrera política y desaparecieron completamente entre 1981 y 1983, cuando se inició como vicepresidente de EE.UU. Motivos habían.
Sin embargo, su hijo W. Bush, ya graduado y adentrado en la administración de negocios, también empezó a formar parte de varias compañías vinculadas igualmente al petróleo.
Lo cierto es que por la vía de la West Indies Sugar y Zapata es muy probable que la familia Bush, además de ser afectadas sus negocios e inversiones en Cuba, haya mantenido algún “derecho” de reclamación a partir de las nacionalizaciones hechas por la Revolución. Recordaremos que muchas compañías se han continuado traspasando estos “derechos” hasta la actualidad, aspirando a recuperar las propiedades o una alta compensación, bajo la complicidad de las leyes y el gobierno norteamericano.
Aritmética simple: una venganza familiar de casi medio siglo
Resulta evidente entonces que los más de 12 años de administración bushista en la más alta silla del ejecutivo norteamericano (4 de George Bush y 8 de W.Bush), propiciaron que el rencor pudiera convertirse en venganza. A ello se le suma el año que el primero fungió como Director de la CIA (1976-77) y después sus ocho como vicepresidente de EE.UU. (1981-89), sin contar el tiempo que los Bush han ostentado otros cargos de senadores, gobernadores, representantes, etcétera.
Desde el mismo triunfo en 1959, el abuelo Prescott y los dos George Bush (padre e hijo) han instigado, participado o decidido todo tipo de acciones para destruir la Revolución: invasiones militares, intentos de asesinatos, espionaje, apoyo a la contrarrevolución externa y mercenaria interna, persecución de nuestros activos y todas las medidas posibles de recrudecimiento del bloqueo.
Los Bush, Dulles y otros interesados en ver caer aceleradamente la Revolución, por los intereses corporativos perdidos en Cuba, tuvieron una rápida participación directa en Playa Girón. Desde mucho antes de abril de 1961, George Bush padre, junto al también agente CIA Félix Rodríguez y otros, participaron en el reclutamiento de exiliados cubanos para que participaran en la invasión.
Fletcher Prouty, ex oficial de la CIA, confirmó en su libro publicado en 1973, El Team Secreto, que dos de los barcos utilizados en el desembarco por Girón —el Bárbara J y el Houston— fueron renombrados y pintados por el agente Bush en la base naval de Elizabeth City, de Carolina del Norte, antes de ser enviados a Cuba, y que su compañía Zapata Offshore fue utilizada como fachada. El interés desmedido por recuperar a Cuba quedó demostrado por la Comisión investigadora indicada por Kennedy, la que consideró que se habían vulnerado mecanismos de decisión en el ejecutivo norteamericano.
Tres años después de Girón, el viejo Prescott Bush instiga una nueva invasión a Cuba, durante su campaña como senador de EE.UU. en 1964.
La historia posterior es más conocida. George Bush padre, acompañando a Reagan, acabó en los ochenta con las flexibilizaciones que Gerard Ford y Carter le hicieron al Bloqueo. Después intentó en 1992 con la Torricelli, en el último año de su mandato, dar el golpe de gracia a la Revolución al desaparecer el socialismo del este europeo. George W. Bush Jr. llevó el bloqueo hasta el límite más extremo, así como la exigencia a la devolución de las propiedades nacionalizadas en 1959; no por gusto se le denominó Plan Bush.
¿Conoce la administración Obama esta historia? Aunque no son los Bush ni mucho menos los únicos responsables de la irracional e inhumana política hacia Cuba, ¿tiene Obama que heredar y asumir este legado familiar dejado por los Bush como venganza personal?
No tiene Barack Obama que hacerlo. Lo haría cómplice también. Si Obama mantiene interés por renovar la infraestructura del establishment y mantener su trabajada imagen de honestidad y altruismo, no debería seguir los pasos de los Bush ni de su clan petrolero-militar, especialmente del Jeb que habita en la Florida, depositario de una aspiración familiar imposible: dar a la fruta la mordida final.
*Doctor en Ciencias
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