Barack Obama recordará estas dos semanas como unas de las más intensas de su administración: primer aniversario de las presidenciales que ganó, derrotas electorales demócratas en Nueva Jersey y Virginia, y el tiroteo en Fort Hood con un saldo de 13 muertos. Pero sin duda el evento más importante fue la aprobación el 7 de noviembre en la Casa de Representantes de la iniciativa de reforma al sistema de salud con sólo cinco votos de diferencia.
Desde su candidatura se comprometió a impulsar un cambio en el sistema de salud de EU con dos objetivos: lograr cobertura universal de gastos médicos y controlar los precios de la industria de servicios médicos más cara del mundo. Además, prometió que trabajaría para lograr apoyo bipartidista. Con la aprobación de los representantes, los demócratas están cerca de crear un sistema nacional de salud que han impulsado desde hace 75 años. El debate sobre la propuesta de Obama ha estado en escena por más de cinco meses y las posiciones han dividido el escenario político. Hoy existen tres versiones y ninguna satisface por completo a los demócratas. Sin embargo, los líderes han preferido privilegiar un pragmatismo para lograr la aprobación de una reforma perfectible ante la posibilidad de perder de nuevo la oportunidad.
Hay tres actores principales en esta reforma: Obama; la vocera de la Casa de Representantes, Nancy Pelosi; y el líder demócrata en el Senado, Harry Reid. Su trabajo conjunto, hasta ahora, ha sido suficiente para lograr el objetivo. Los esfuerzos de Obama incluyen repetidos discursos a la población y al Congreso; ha hecho compromisos como el de no bajar las tarifas pagadas por el programa de Medicaid para obtener el apoyo de la industria médica; y se ha reunido con miembros de ambas cámaras de manera informal para formar coaliciones u obtener apoyo.
La aprobación es un éxito de la vocera Pelosi. Identificada con el ala liberal demócrata, fue flexible para permitir que en la iniciativa aprobada en la Cámara se prohibiera que las mujeres compren un seguro de compañías que obtengan financiamiento público y que éste incluya la opción del aborto voluntario (con algunas excepciones). La enmienda generó críticas de grupos pro elección y del sector más liberal del partido. Pero parecía la única opción para que las negociaciones florecieran. Si bien la Legislatura 111 tiene mayoría demócrata, hay varios nuevos representantes de este partido que son conservadores y no están dispuestos a votar a favor de una reforma que les podría costar su reelección en 2010. Con estas restricciones Pelosi apenas logró juntar los votos necesarios.
El balón ahora está en la cancha de un demócrata moderado, pero aún más pragmático que Pelosi, Harry Reid. Su primer trabajo es proponer una versión conjunta de las iniciativas que salieron de los comités de Salud y de Finanzas y después obtener los 60 votos necesarios para que esta versión llegue al piso de debates de la Cámara. Los votos de los 58 senadores demócratas y de los dos independientes no están seguros y por ello Reid también ha empezado a trabajar cada voto. El martes pasado invitó a Bill Clinton a la reunión de la bancada para que convenciera a la senadora de Arkansas, Blanche Lincoln. Otros dos votos que Reid busca son los de las senadoras republicanas de Maine, Olympia Snow y Susan Collins. Al igual que Pelosi, está dispuesto a hacer compromisos como incluir la opción de que los estados rechacen de manera individual el Plan de Seguro Público. Ha prometido que la iniciativa llegará a debate antes del Día de Acción de Gracias (26 de noviembre) y espera un voto final para Navidad.
Obama, Pelosi y Reid saben que la batalla está lejos de terminar. Las reglas del Senado permiten que cualquier senador proponga enmiendas, lo que puede detener la iniciativa. Además, si no cuenta con el apoyo de 60 senadores, un solo senador “filibustero” podría matar la iniciativa. Asimismo, es posible que surjan nuevos compromisos, ya que los demócratas están dispuestos a conceder con tal de tener una reforma, la que sea. Crear un Plan Nacional de Salud ha estado en su agenda por muchos años y las lecciones de las batallas pasadas los han hecho entender que buscar la reforma ideal no es factible. Obama ha puesto esta iniciativa en el centro de su política y sabe que un fracaso puede significar que otras importantes para él fracasen. Como mexicanos no podemos olvidar la promesa de una reforma migratoria y aunque la adopción de un sistema de salud no significa la aprobación de otras reformas, sí demuestra que Obama puede tener el liderazgo interno suficiente para impulsarlas y eventualmente concretarlas.
Directora ejecutiva del Centro de Estudios y Programas Interamericanos del ITAM
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