Shame on Obama

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Por: Ramiro Andrade Terán.

Obama: el dilema de la paz

Diciembre 15 de 2009

Nunca debió decir lo que dijo en una ceremonia como la entrega del Nobel de la Paz, en Oslo (Noruega). Barack Obama -nada más ni nada menos que presidente de Estados Unidos- soltó frente a un encopetado auditorio y legiones de periodistas una frase fatídica: “A veces la guerra es necesaria”. Trataba de justificar el envío de 30.000 soldados de su país a Afganistán. Luego de su metida de pie, trató de rectificar con un juicio certero: “La guerra nunca es gloriosa”. Cierto. Lástima que no le sirvió para disipar el entuerto.

Un jefe de Estado no puede salir a justificar un conflicto militar con un saldo incalculable de muertos sin ofender a la humanidad y a la propia opinión pública que paga el terrible holocausto. Debe defender su nación si es agredida y no convertirse en apologista de la guerra. Que siempre será inmoral, torpe, bárbara, un asesinato colectivo que nunca tendrá justificación valedera. Y un negocio fantástico para los vendedores de armamento.

Deploro el mal rato de Obama. El Presidente norteamericano es un demócrata, un hombre culto y a quien la retórica le jugó una mala pasada. La virtud esencial de un jefe de Estado es la prudencia verbal. Como lo escribió Durrell, “las palabras matan el amor como matan cualquier cosa”. Para colmo, Obama escogió el peor sitio para una frase fatídica: la entrega de los premios Nobel, otorgados -precisamente- a los personajes que se han distinguido por sus acciones en favor de la paz mundial.

Hay una evidente contradicción entre recibir el Nobel de Paz y -al mismo tiempo- ordenar la movilización de 30.000 soldados a la hoguera de Afganistán. Eso es borrar con el codo lo que se hizo con la mano. Por el historial de Obama, del que se habló anteriormente, incrementar la guerra es un acto que la historia no le perdonará. Algo contradictorio debió pasar por su mente cuando en la misma ceremonia afirmó: “Recibo el Premio Nobel siendo responsable del despliegue de miles de jóvenes norteamericanos para combatir en una tierra distante, donde algunos matarán y otros morirán”.

Siempre sobrarán inútiles justificaciones de las guerras. Que son inmorales, salvo cuando se trata de la legítima defensa contra la agresión. Como ocurrió con Hitler y su propósito de dominar a Europa. “Por sus hechos los conoceréis”, dice la Biblia. Habrá que esperar la conducta de Obama en un futuro que se advierte lleno de amenazas contra la paz para saber si él es un verdadero militante del entendimiento universal o un halcón al estilo de algunos antecesores. Pienso que será lo primero, para bien de la humanidad. Ojalá no me equivoque.

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